La mujer que sabe guardar secretos

La mujer que sabe guardar secretos

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALZhénschina, kotóraia uméiet jranit tainy

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2021)

Nº PÁGINAS400 págs.

PRECIO PAPEL20,90 €

PRECIO DIGITAL7,99 €

GÉNERO

Desde el nacimiento de la Unión Soviética, sus servicios de inteligencia han contado con un grupo de agentes denominados “ilegales”, cuya misión consiste en establecerse en países extranjeros, en los que actúan como unos ciudadanos más mientras desarrollan sus labores de espionaje. Cuando existía el KGB se agrupaban bajo el llamado Directorio S, y su época dorada coincidió con los últimos años de la Guerra Fría. Considerados la joya de la corona de la agencia, debían mimetizarse con su país de destino, y dedicaban años a aprender el idioma, a empaparse de su cultura, a estudiar a fondo su historia y sus particularidades, y a dotarse de un pasado ficticio que les hiciese indistinguibles de cualquier otra persona nacida en ese país.

A esta transformación sumaban las dotes propias de los agentes de inteligencia, lo que les convertía en una pesadilla para los servicios de contraespionaje de los países rivales de la Unión Soviética: el caso más conocido es el de Richard Sorge, que consiguió intimar con los altos mandos nazis y japoneses en Tokio, y que contribuyó de forma determinante a la derrota del Eje, y de paso a la consolidación de la dictadura estalinista.

Pero el Directorio S sigue existiendo. Así lo demuestra, por ejemplo, la condena reciente de uno de sus agentes en Polonia. La mujer que sabe guardar secretos novela la vida de la coronel Elena Vavilova y de su marido, Andréi Bezrúkov, que hasta su detención en Boston (Estados Unidos) en 2010 eran Tracey Foley y Donald Heathfield. Durante 23 años habían ocultado a todos, incluidos sus propios hijos, su verdadera identidad, mientras suministraban información de alto valor estratégico a Rusia.

La historia de esta pareja, que se libró de la cárcel y tal vez de la pena de muerte por un intercambio con agentes estadounidenses, ha inspirado –bastante libremente– la serie The Americans, una de las producciones televisivas más sobresalientes de los últimos años.

Este carácter autobiográfico, y sobre todo los capítulos dedicados a su formación como agentes, es el mayor atractivo de la novela; puede que el único. Desde el punto de vista formal es simple, con una estructura narrativa que desaprovecha una y otra vez las enormes posibilidades de la historia. El posicionamiento de la autora resulta demasiado ingenuo como para ser creíble, y el acento que pone en el amor a su familia y en su patriotismo obligan al lector a recordar con frecuencia que, más allá de esos sentimientos nobles, la carrera de un espía se basa en la traición, la mentira y la violencia, sea esta directa o indirecta. Los dilemas morales ni siquiera se sugieren, y parecería que toda su actividad consistió en charlar con unos y otros, y en colocar algunos micrófonos sueltos.

No obstante, y a pesar de su escasa pericia narrativa, y del tono exculpatorio y propagandístico, lo insólito de esta obra la convierte en una lectura interesante para los aficionados a la historia contemporánea y a las novelas de espías, aunque no esté a la altura de la serie que su autora ha inspirado. 

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