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La herencia de Eszter

TÍTULO ORIGINALEszter hagyatéka

GÉNERO

Salamandra. Barcelona (2000). 168 págs. 1.700 ptas. Traducción: Judit Xantus.

Con El último encuentro (ver servicio 184/99), Sándor Márai (1900-1989) cosechó un notable éxito de crítica y lectores. Se traduce ahora una novela anterior de este escritor húngaro fallecido en Estados Unidos. Márai es un indagador de los hilos que mueven el destino del hombre, un novelista de honda preocupación moral, que se atreve, como los clásicos, con las grandes preguntas sobre el sentido de la vida.

Lajos y Eszter vivieron un amor de juventud. Lajos representa la modernidad en su vertiente de invalidez moral. Hombre de talento y buenas intenciones, pero sin carácter, vive la vida como una aventura, sin responsabilidad, sin conexión con la realidad. Eszter, por el contrario, representa la ley, la costumbre, la razón: a una promesa sigue un compromiso, pues no se puede jugar con las personas. La novela, escrita en 1939 -El último encuentro es de 1942-, representa el choque de conciencias -las creencias contra el nihilismo- que simboliza la crisis finisecular del imperio austro-húngaro.

Si El último encuentro era una lúcida disección de la amistad, aquí asistimos a la escalofriante autopsia del cadáver de una pasión. El resultado es igualmente esclarecedor y brillante. Lajos conmueve en su indigencia espiritual, en su teatral sinceridad; Eszter, gigante en su amor y en su sacrificio, se pliega a un orden invisible que exige terminar lo que se empieza. Si -contra lo que piensa Lajos- el bien y el mal no son puras palabras, si uno es responsable de sus acciones, y no solo de sus intenciones, entonces es verdad que solo el amor está a la altura del hombre: ¿qué valor tiene una vida soportable (sin problemas) pero sin sentido (sin amor)?

Sándor Márai escribe breve e intenso, con elegante precisión, en primera persona, a modo de confesión. De ese modo, provoca desde la primera página un intenso interés por los personajes, que no por la acción (de hecho, el desenlace es conocido desde los primeros párrafos). Por otra parte, hace gala de una gran penetración psicológica en la descripción de los matices de la personalidad, y de un gran dominio del diálogo en la conducción de las escenas más intensas.

Javier Cercas Rueda

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