Irse de casa

Carmen Martín Gaite

GÉNERO

Anagrama. Barcelona (1998). 349 págs. 2.500 ptas.

Las primeras novelas de la autora transcurrían en ciudades españolas de provincias de la década de los cincuenta. En su última novela, regresa en cierto modo a los orígenes, aunque en un tono distinto, menos intimista que en aquellas. Porque se trata del viaje de una diseñadora de moda -salió de España pobre y ha triunfado en Estados Unidos- a su ciudad de origen al cabo de unos cuarenta años, movida en cierto modo por la lectura de un guión cinematográfico escrito por su hijo.

Por una parte, al hilo de los paseos de la protagonista por la ciudad, vamos conociendo detalles de su infancia y de la evolución de su vida en los Estados Unidos. Pero lo más logrado en este libro, con altas cotas de calidad, es el coro de personajes y de historias que se cruzan en la novela y que sirven para describir la evolución de la sociedad española en los últimos decenios. Con una técnica calidoscópica, la autora nos presenta numerosos retazos de las vidas de algunas personas que conoció la protagonista durante su infancia: compañeros de colegio, vecinos y vecinas, etc., con sus logros, rebeldías y fracasos, con sus contradicciones y mediocridades.

Casi todos los personajes, que tienen tanta importancia como la protagonista, han pasado por fracasos matrimoniales y afectivos, que desembocan en actitudes más bien escépticas y pesimistas, desesperanzadas y en el fondo bastante superficiales. No cabe duda de que no refleja a toda la sociedad española, pero sí algunas tendencias bastante extendidas en los últimos años, sobre todo en ciertos sectores de la clase media. La autora deja actuar y hablar a sus personajes y que cada lector saque las conclusiones.

Carmen Martín Gaite ha escrito una novela ambiciosa, con un notable acierto en la tarea de armonizar tanta variedad de historias y de personajes, con un estilo cuidado y elegante. Hay algunas páginas excelentes, como, por ejemplo, el diálogo entre una de las protagonistas y la asistenta, como si de una escena de teatro del siglo de oro se tratara; o el encuentro de otros dos personajes en una frutería.

Luis Ramoneda

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