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El Gran Estado. China y el mundo

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALGreat State: China and the World

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2021)

Nº PÁGINAS496 págs.

PRECIO PAPEL29,50 €

PRECIO DIGITAL17,99 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Timothy Brook es profesor y especialista en la historia de China, a la que ha dedicado ocho libros. Este expone de un modo original las relaciones entre el gigante asiático y el resto del mundo desde el siglo XIII hasta la actualidad. No es, ni pretende ser, un libro académico, aunque esté sustentado por una amplia y detallada bibliografía. El Gran Estado presenta una estructura entre lo cinematográfico y lo literario. Ofrece trece escenas, centradas en acontecimientos concretos, algunos en apariencia secundarios, que abarcan cuatro períodos de la historia china anteriores al triunfo del maoísmo, en los que China aparece como un gran Estado en expansión, aunque sufra en ocasiones retrocesos territoriales.

Para Brook, el comienzo del “Gran Estado” arranca con la conquista de China por los mongoles en el siglo XIII y el establecimiento de la dinastía Yuan. Según el autor, es la etapa más decisiva para la historia del país, pese a que el discurso oficial remonta el origen del Estado chino al siglo III a.C., cuando se unifica una parte del actual territorio. La dinastía Ming reinará entre los siglos XIV y XVII, un tiempo de expansión y de surgimiento de zonas de influencia chinas en el continente asiático, aunque también de repliegue, porque China renuncia a la expansión marítima y encuentra trabas debido a la presencia occidental, ya se trate de los comerciantes portugueses o de los jesuitas italianos. La última dinastía china es la Qing o manchú, que poco a poco se irá debilitando tras la apertura, muchas veces impuesta por medio de la fuerza, al comercio occidental. En 1912 el desprestigio de los Qing da paso a la república, pero esto no impedirá a China seguir siendo un gran Estado, sobre todo tras la implantación del régimen comunista en 1949.

A veces se tiene la impresión de que China se aisló durante siglos del mundo exterior. El libro de Brook demuestra que esto no es cierto, si bien la relación abarcó preferentemente el continente asiático, donde el emperador chino consideraba a la mayoría de sus vecinos como Estados tributarios.

Actualmente, la expansión china, gracias a una pujante economía, alcanza dimensiones globales. Sobre este particular, Brook subraya que el endeudamiento y la corrupción son los dos factores sobre los que se asienta la influencia económica de China. Nada más lejos del modelo occidental westfaliano sustentando entre el equilibrio y basado en el principio de igualdad y el respeto a la soberanía estatal. Por el contrario, como si quisiera borrar un siglo de humillaciones a cargo de las potencias occidentales, China transmite el mensaje a los pueblos del mundo de que saldrán bien parados y alcanzarán prosperidad si respetan los intereses económicos chinos. A Brook, buen conocedor de la historia, esto le recuerda el eslogan de la esfera de coprosperidad asiática compartida, difundido por el Japón imperialista de la década de 1930. Ni que decir tiene que esta neohegemonía conlleva el riesgo de menospreciar los mecanismos del derecho internacional y favorece la aparición de autocracias que, en gran medida, se convierten en Estados clientelares de la China actual.

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