No hace falta mucha astucia para descubrir que Boguljub, el monje protagonista de los diálogos escritos por Marko Ivan Rupnik, guarda un importante parecido con Tomáš Špidlík, el jesuita checo que aproximó al famoso artista a la patrística y espiritualidad oriental, sanando tanto su vida interior como su forma de plasmar el arte. Para Rupnik, Špidlík fue, en sentido estricto, un padre, es decir, quien le acompañó en su camino de maduración y discernimiento, ayudándole a interpretar la voz de Dios y proponiéndole una mayor intimidad con Él ...
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.