Escribir, y más aún ensartar un libro de relatos acaba siendo una proeza. Si además se enhebran los cuentos con el mismo hilo temático, la proeza crece. Pero editarlo es una hazaña aún mayor. Y un acto de confianza si el cuentista apenas ha publicado antes narrativa breve. Leerlo, en consecuencia, puede convertirse, como los riesgos más eminentes, en una deleitación. Aunque para públicos no masivos.
Ocurre con Nicolás Zambrana. Doctor en Derecho, abogado –se le nota– en firmas multinacionales de servicios legales, docente en varios campus españoles, especialista en arbitraje de inversiones, empresas y derechos humanos, es actualmente profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad KIMEP de Almatý, la ciudad más poblada de Kazajistán. Y cuentista despierto y personal, como revela en su colección El beso del lanzador de cuchillos y otros relatos de amor, nueve piezas en total, más un desconcertante pero inolvidable “Prefacio”, que conquista al lector y marca el rumbo de las ciento sesenta siguientes páginas. Relatos como “Té verde”, “Serenata” y el que abre y el que culmina el libro merecen el sobresaliente.
Con personajes muy variados, aunque siempre parejas, y parejas no perfectas, los cuentos se ubican en sitios y épocas distintos: el Madrid de hoy, un castillo y un monasterio y un mar de siglos medievales, Constantinopla, la Argentina de mediados del XX, el Far West. Como para dar a entender la universalidad del amor y a la vez su radical y perenne afinidad antropológica.
Las historias, extensas y con evidencias de ternura sin llegar a empalagar, y algunas exageraciones literarias, están bien fabuladas y se enlazan formando un repertorio donde queda sugerida una concepción del amor y la entrega. La voluntad de amar vence al deseo de amar, con grandezas y más de una imperfección. El propio autor, en un artículo, resaltó que “Love is what you make”, “El amor es lo que cada cual haga de él”, no el elucubrar tener al lado una criatura irreprochable. Cuadra con las historias y amores de este libro auténtico.
Un comentario
¡Que buen comentario!