”Era una ciudad sorprendente que, como un ser prehistórico, parecía haber surgido bruscamente en el valle en una noche de invierno para escalar penosamente la falda de la montaña. (…) Resultaba difícil creer que bajo aquella formidable coraza subsistiera y se renovara la carne tibia de la vida”. Se trata de Gjirokastra, en el sur de Albania, donde Ismaíl Kadaré nació en 1936. En este libro, memorias de su infancia, el autor contempla los acontecimientos de aquellos años y sus efectos en la mítica ciudad. Esta novela, una de las más importantes de Kadaré, se publicó por vez primera en Tirana en 1970 y fue traducida al castellano en 1992, aunque ahora aparece en una traducción revisada por Ramón Sánchez Lizarralde, el traductor habitual del escritor albanés. Kadaré cuenta con una colección propia en Alianza Editorial, donde ya han parecido siete títulos.
Por una parte, la guerra. Fascistas, griegos, nazis y los primeros grupos comunistas se suceden en el dominio de la zona, ante la perplejidad y el miedo de sus habitantes. La curiosidad infantil, los juegos, el impacto de las atrocidades, creencias y supersticiones; las cobardías y heroicidades…, todas ellas descritas por un niño.
Por otra parte, la fascinación de la ciudad pétrea. La pluma de Kadaré convierte las calles, los rincones, los muros en seres vivos, que sufren, gozan, mueren o perduran como sus habitantes. El autor se muestra benévolo y comprensivo con éstos, aunque no falta la ironía sobre sus costumbres, rarezas y debilidades. En cambio, los invasores son una masa monstruosa que perturba la singular idiosincrasia albanesa. El autor introduce cada capítulo con fragmentos de partes de los ocupantes, de noticias locales… Después, desarrolla sus recuerdos tratando de reflejar las mismas impresiones y sentimientos de entonces.
La prosa de Ismaíl Kadaré es de gran calidad. El ritmo de la narración no decae en ningún momento y tiene escenas inolvidables; algunas de notable dureza, sobre todo las que describen las atrocidades que se cometieron en aquellos años, Si el lector piensa, además, en las penalidades que los albaneses soportarían después, al caer en manos del comunismo, Crónica de la ciudad de piedra adquiere el valor de las viejas leyendas épicas.
