Resulta difícil saber por qué Bearn o la sala de las muñecas todavía no ha pasado a la historia como una de las mejores novelas españolas del siglo XX. Se podría culpar, tal vez, a la soledad de su autor, Llorenç Villalonga (1897-1980), que vivió siempre alejado de los círculos de poder que determinan el canon literario de una época. Falangista de carácter escéptico y rasgos aristocratizantes, el escritor mallorquín se ganó el olvido de los que nunca le perdonaron ni
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