Un puente hacia Terabithia

Guión: Jeff Stockwell y David Paterson.
Intérpretes:
Josh Hutcherson, AnnaSophia Robb, Zooey Deschanel, Robert Patrick, Bailee Madison.
94 min.
Jóvenes.

TÍTULO ORIGINAL Bridge to Terabithia

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Nacida en 1932, Katherine Paterson es una de las mejores escritoras estadounidenses de literatura infantil y juvenil (ver Aceprensa 42/06). Su obra más famosa es Un puente hacia Terabithia, que escribió en 1977 tras un hecho trágico que sufrió uno de sus cuatro hijos. El protagonista es Jess, un imaginativo chaval de 12 años, que sufre la pobreza de su numerosa familia –presbiterianos practicantes– y las burlas de los abusones de su clase.

Su vida da un giro cuando se hace amigo de Leslie, una chica culta, divertida y original, hija única de un matrimonio de escritores. Ambos imaginarán en un bosque cercano todo un mundo fantástico, al que llaman Terabithia. Así afrontarán con nuevos recursos las sorpresas, no siempre agradables, que les depara la vida.

Con este excelente material dramático –desplegado con un tono directo y nada complaciente– debuta en el cine de acción real Gabor Csupo, prestigioso dibujante de origen húngaro, responsable de la animación de la primera etapa de Los Simpson y creador y productor de Los Rugrats y Los Thornberrys, dos de las mejores series infantiles de las últimas décadas.

A Csupo se le nota alguna debilidad narrativa, pero se luce en cuanto a la factura visual de la película –entre realista y mágica, y muy bien planificada–, el manejo de los efectos visuales de Weta Digital –escuetos, pero eficaces– y, sobre todo, la dirección de actores, siempre rigurosa, y excelente respecto a los niños Josh Hutcherson, AnnaSophia Robb y Bailee Madison, que despliegan una sinceridad arrebatadora.

Apoyada por la sugerente música de Aaron Zigman y varias bellas canciones country, esa fórmula propicia unos cuantos momentos de gran emotividad y dramatismo. La luminosa descripción de la amistad entre Leslie y Jess incluye profundas reflexiones sobre la muerte, el sentido del sufrimiento, la unidad familiar, las relaciones padres-hijos, la educación integral y el poder liberador de los libros y la imaginación. Todo ello, desde una visión cristiana del ser humano, profundamente espiritual y también profundamente humana.

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