Tiempo de matar

TÍTULO ORIGINAL A Time To Kill

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Joel Schumacher. Guión: Akiva Goldsman. Intérpretes: Matthew McConaughey, Samuel L. Jackson, Sandra Bullock, Kevin Spacey, Donald Sutherland. 147 min.

El novelista John Grisham es un filón, y en Hollywood lo saben, como demuestran La tapadera, El informe Pelícano o El cliente. Consciente de su poder, Grisham se ha reservado el visto bueno a director, guionista y reparto de Tiempo de matar, adaptación de su primera novela, muy querida por él, con recuerdos del Sur donde se crió y de los años en que ejerció la abogacía.

Una niña negra es violada y maltratada por dos blancos borrachos. Cuando van a juicio, el padre de la pequeña dispara a bocajarro sobre ellos ante numerosos testigos. Todo apunta a que le ha movido la venganza, pero un joven abogado blanco tratará de probar enajenación mental transitoria. El caso despierta los conflictos raciales: organización de un grupo del Ku Klux Klan, intervención de la NAACP -asociación pro derechos de los afroamericanos-, selección de un jurado integrado sólo por blancos…

Schumacher y Goldsman adaptan de nuevo una novela de Grisham tras su trabajo en El cliente. Sitúan frente a frente un sistema legal con numerosos fallos y el deseo de tomarse la justicia por su mano; y colocan al espectador en situación de juzgarlo. Aunque no se justifica la venganza, sí se disculpa y se pasa por alto la posibilidad de perdonar. Una visión quizá simplista, pero que produce resultados vibrantes, en la mejor tradición del thriller de letrados.

El reparto es envidiable; muchos son pequeños papeles, pero de fuerte presencia. Destaca Matthew McConaughey, que logra una magnífica composición en su primer papel principal para el cine. Los tonos dorados de la fotografía de Peter Menzies, con imágenes casi quemadas, ayudan a recrear el calor asfixiante del verano sureño. La opción de rodar gran parte del film con steadycam, arriesgada, ayuda a reforzar aún más el ambiente tenso y crispado que rodea al juicio. Está bien resuelta la secuencia de la violación de la niña: sin caer en el morbo de mostrarla, se sugiere de modo impactante.

José María Aresté

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