En la serie The Young Pope (2016), Paolo Sorrentino presentaba una imagen del Papa (ficticio) y del Vaticano desde el punto de vista de una persona no creyente, pero que a todas luces siente fascinación o incluso admiración por la Iglesia católica, al menos por las formas; quizá no tanto por la liturgia en sentido estricto –de sacramentos no parece entender mucho–, pero sí por los ritos del Vaticano.
En La gran belleza (2013),
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.