Francisco Nicolás Gómez tenía solo 14 años cuando empezó a saborear las mieles del poder como relaciones públicas de una discoteca. En muy poco tiempo, este joven empezó a desarrollar un ingenio que le llevó a fotografiarse con políticos, acudir al acto de coronación de Felipe VI o hacerse pasar por un representante de la vicepresidenta del Gobierno y del Centro Nacional de Inteligencia. En 2014 se ordena su detención y comienza un circo mediático que lo convierte en uno de los personajes más célebres de España, al que se dio en llamar “el pequeño Nicolás”.
Con su primera docuserie (Lucía en la telaraña, Netflix, 2021), Tomás Ocaña se convirtió es un documentalista para tener en cuenta con este true crime presentado y muy aplaudido en el Festival de Málaga. En 2023 estrenó La última lidia, un matizado y valioso documental sobre la tauromaquia. Con esta nueva producción para Netflix, apuesta por el humor y la creatividad en la narración de todo un esperpento nacional.
La docuserie cuenta desde el principio con el testimonio del protagonista, al que el director enmarca en escenarios marcadamente irónicos: disfrazado de Ícaro y con una luz frontal que define su silueta, como una figura más de un Monopoly que domina en todo momento. También, a lo largo de los tres episodios, se incluyen numerosos vídeos familiares del protagonista, que muestran su capacidad para encandilar a los demás desde que tenía pocos años.
El recorrido del documental es muy completo, con aportaciones tan necesarias como la del comisario José Manuel Villarejo, al que la detención del pequeño Nicolás obligó a salir a la luz desde su famosa “cloaca”. También hay numerosos testimonios de periodistas, abogados y políticos que se entrecruzan con ritmo e ingenio para mostrar las complicadas maniobras de un centennial que planeaba con la ambición de Maquiavelo, pero con la cuenta corriente y el entorno familiar de un personaje de Ibáñez.
