Sus destellos de belleza y emoción justifican este audaz experimento de Robert Zemeckis, cuyas leves tramas dramáticas se entrecruzan dentro y alrededor de un único encuadre fijo.
A pesar del esfuerzo de Netflix por producir una gran película de animación, no pasa de correctamente entretenida y acaba siendo una justificación muy simplista del divorcio.