Optimistas

TÍTULO ORIGINAL Optimisti

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Goran Paskaljevic. Guión: Vladimir Paskaljevic y Goran Paskaljevic. Intérpretes: Lazar Ristovski, Bojana Novakovic, Petar Bozovic. 95 min. Adultos. (VX)

El serbio Goran Paskaljevic (Belgrado, 1947) ha vivido toda su vida bajo la esquizofrenia política y ha sido víctima sistemática de engaños ideológicos, primero los del comunismo y después los del nacionalismo. El resultado es que quiere tener fe en el hombre y no sabe cómo. Hace dos años recibió en San Sebastián el premio especial del Jurado por «Sueño de una noche de invierno». Si la potencia metafórica era clara en aquel film, en su nueva película, «Optimistas», mejor película en el Festival de Cine de Valladolid, lo que más «duele» es su ausencia de final esperanzador.

El argumento está integrado por cinco historias inspiradas en «Cándido», la novela satírica de Voltaire, y en su lema: «El optimismo consiste en insistir en que todo va bien cuando todo va mal». La acción transcurre en la Serbia actual, posterior a la caída de Milosevic. En el primer episodio, un hipnotizador itinerante llega a un pueblo anegado por las aguas y utiliza sus poderes especiales para reforzar la confianza de aquella comunidad. El segundo trata sobre el próspero dueño de una fundición que viola a la hija de uno de sus trabajadores. La tercera parte sigue las andanzas de un joven que dilapida en el juego todo el dinero que su tío estaba guardando para el funeral de su padre. En el cuarto relato, un cardiólogo visita al dueño de un matadero cuyo hijo tiene un vicio macabro. Y el quinto muestra lo que pasa cuando un estafador conduce un autobús lleno de incautos ansiosos de curación física y espiritual.

Cabe destacar la presencia de Lazar Ristovski, actor fetiche del director, de una fisicidad apabullante. La puesta en escena es directa, llena de personalidad, sin esquivar el drama, en la línea de directores contemporáneos como González Iñárritu o Bahman Ghobadi. «Optimistas» no es ni mucho menos una película cómoda, pero es un testimonio de quien aún no ha sucumbido al agradable suicidio colectivo de Occidente.

Juan Orellana

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