Miedo, principios y sentimientos en la Alemania Oriental

Florian Henckel von Donnersmarck, director de “La vida de los otros”, película alemana candidata al Oscar, explica algunos detalles de la producción de la película.

GÉNEROS

Ha habido dos cosas que me han llevado a hacer esta película. Una de ellas fue el conjunto de los recuerdos que tenía de mis visitas infantiles a Berlín Este y a la RDA [República Democrática Alemana]. Yo era un niño de ocho, nueve o diez años, y encontraba interesante y excitante sentir el miedo de los adultos. Y ellos tenían miedo: mis padres, cuando pasaban la frontera (los dos habían nacido en el Este y quizá por esa razón los controlaban de forma más estricta) y nuestros amigos de Alemania Oriental cuando otras personas los veían hablando con nosotros, que veníamos de Occidente.

Los niños tienen unas antenas increíbles para captar las emociones. Pienso que sin esas experiencias me habría sido difícil encontrar la manera de abordar adecuadamente este tema. Además, había una imagen que no se me iba de la cabeza desde que se me ocurrió en 1997 (…): el plano medio de un hombre con auriculares, sentado en una habitación sombría, oyendo, aunque no querría, una música de una belleza exquisita. La imagen de este hombre estuvo persiguiéndome en sueños y fue transformándose a lo largo de los años en el personaje del capitán Gerd Wiesler.

Para documentarme, acudí a muchos sitios en los que todavía puedes sentir el espíritu del pasado, como el Hohenschönhausen Memorial o el antiguo Ministerio para la Seguridad del Estado, hoy Archivo Nacional de Investigación en la Normannenstrasse, así como el Birthler Bureau y sus archivos. Los sitios pueden almacenar muy bien las emociones, y esas visitas a menudo me ofrecieron más cosas que algunos de los libros, que, obviamente, también tuve que leer durante estos años y que los documentales que he visto.

Sin embargo, fueron decisivas las conversaciones con testigos, desde el teniente coronel de la Stasi (Ministerio para la Seguridad del Estado) Wolfgang Schmidt, hasta prostitutas que trabajaban para el servicio, pasando por gente que estuvo hasta dos años en un centro de detención. Traté de obtener tantas perspectivas como fuera posible y escuché muchas historias contradictorias, pero al final me di cuenta de que había llegado a tener una sensación muy definida de esa época y de sus problemas.

Por último, el elemento más importante me lo proporcionó mi trabajo con los actores y los miembros del equipo. Muchos de ellos venían del Este y traían con ellos muchas experiencias y puntos de vista, a menudo muy personales. Por increíble que parezca, a los catorce años de la reunificación, para muchos de ellos, mi investigación y el rodaje fueron la ocasión para hablar por primera vez acerca de todas esas cosas. La verdad es que algunas heridas tardan mucho tiempo en curarse.

Los personajes

Los personajes se configuraron a partir de distintas personas reales, así que seguramente mucha gente podrá identificarse con un personaje u otro. Pero esta película no es un «roman à clef» o un «film à clef» [«novela con clave», es decir, que describe hechos reales tras una fachada de ficción]. Por ello, los personajes y los hechos se dejan deliberadamente sin definir. Por ejempo, Hempf es un ministro sin cartera. Para mí era importante no perderme en detalles históricos.

La música

Llevó algún tiempo convencer a un músico como Gabriel Yared, nominado y premiado en los Oscar. (…) El método de trabajo de Yared incluye escribir una parte de la música de la película en la fase de escritura del guión, así que nos reunimos en tres ocasiones en Londres para poder desarrollar juntos esta aproximación al proyecto. Por ejemplo, antes del rodaje compuso la Sonata para un buen hombre que toca Dreyman. Sebastian Koch dijo que sólo después de oír esta pieza entendió realmente cómo interpretar a Dreyman, una prueba de que el método de Yared tiene sentido.

El color

Teníamos una idea muy clara de los colores que queríamos utilizar e intentamos reforzar las tendencias que predominaban en la Alemania del Este (…) Recurrimos a tonalidades de marrón, beis, naranja, verde y gris para obtener el colorido auténtico de la Alemania Oriental de esos años. En cuanto a los decorados, debido a nuestro bajo presupuesto, no podíamos permitirnos demasiados, así que los limitamos al máximo para dar una calidad visual de mayor nivel. No queríamos un exceso de «atrezo germanooriental». Para mí, el decorado tiene que ser el telón de fondo perfecto para las emociones de los actores, y no tiene que haber ni de más ni de menos.

Visión de la Alemania Oriental

Las películas alemanas que se produjeron después de la reunificación pintaban una RDA divertida o conmovedora. Mis padres proceden del Este, así que de niño fui a menudo a Alemania Oriental a visitar a amigos y parientes. (…) Se podía notar que todos, incluso hasta el final del régimen, sentían miedo: miedo de la Stasi, miedo de sus cien mil funcionarios, que habían sido cuidadosamente entrenados para investigar «la vida de los otros», la vida de todos aquellos que pensaban de forma distinta, que tenían un espíritu demasiado libre y, sobre todo, la vida de los artistas y de la gente que trabajaba en disciplinas artísticas. Se hicieron grabaciones de todos los aspectos de la vida. No había ninguna esfera privada y no había nada que se considerara sagrado, ni siquiera los miembros más próximos de la familia.

En la película, cada personaje plantea preguntas a las que nos enfrentamos cada día: ¿cómo tratar con el poder y la ideología? ¿Tenemos que seguir nuestros principios o nuestros sentimientos? Pero, por encima de todo, La vida de los otros es una película acerca de la capacidad de los seres humanos para hacer lo correcto, sin que importe lo lejos que se hayan adentrado por el sendero equivocado.

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