Libertad

PÚBLICOJóvenes-adultos

CLASIFICACIÓNSensualidad

ESTRENO19/11/2021

Libertad fue la única película española presente en la pasada edición del Festival de Cannes. Desde entonces, la ópera prima de Clara Roquet –que inauguró hace unas semanas la Seminci– ha recibido el aplauso unánime de la crítica. Y se entiende porque, con este título, Roquet se une a cineastas como Carla Simón (Verano 1993), Pilar Palomero (Las niñas) o Belén Funes (La hija de un ladrón), que han debutado con películas que unen una interesante perspectiva antropológica con un valioso dominio del lenguaje cinematográfico. Roquet, aunque se estrena como directora, tiene una solvente trayectoria como guionista: es coautora de la irregular pero sugerente 10.000 km y de las notables Petra y Los días que vendrán.

En Libertad, Roquet cuenta la amistad entre Marina, una adolescente de 15 años procedente de una familia catalana acomodada, y Libertad, una chica colombiana algo mayor, hija de la señora que cuida la casa de Marina. La historia, contada desde los ojos y la caleidoscópica mente de una adolescente, encierra una multitud de cuestiones: desde la desigualdad social y la protección de los privilegios hasta el inexorable paso del tiempo, la importancia de la aceptación del grupo o la crisis de confianza ante la incoherencia de los adultos. Todo relatado a media voz, casi en susurros, con un tono nostálgico y reflexivo que critica con aspereza, pero sin caer en el maniqueísmo y tratando de aportar luz a todos los ángulos que permanecen en las sombras.

Y, en este sentido, aquí, como en la Roma de Alfonso Cuarón, la aparente paradoja es descubrir cómo el cariño y el apego funcionan al margen de prerrogativas, y quien se convierte en salvavidas, en referente, a quien en el fondo se prefiere, no es a quien manda sino a quien sirve. A quien cuida. En Roma, este tema era central, en Libertad es colateral porque, como señala Roquet (que tenía ya escrito su libreto cuando Cuarón estrenó Roma), “mi película está narrada desde el privilegio” y, por otra parte, el conflicto –personificado en el personaje de Libertad que rechaza de plano el trabajo de su madre– es mucho más explícito.

Hay que destacar el trabajo de dirección de actores que Roquet ha realizado, mezclando además intérpretes consolidados con actores no profesionales. La película desprende naturalidad y será una firme candidata en los próximos premios Goya.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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