La sal de la tierra


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 80/14

El respetado cineasta alemán Wim Wenders nos regala un impactante documental sobre la vida y obra del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, y lo hace de la mano de su hijo, el también fotógrafo Juliano Salgado, codirector y coguionista del film.

La película atraviesa cronológicamente la obra fotográfica de Salgado desde su colección publicada como La mina de oro de Serra Pelada hasta la última, Génesis, pasando por Éxodos, Trabajadores y Otras Américas. A la vez que Wenders nos muestra las mejores fotografías de cada álbum, Salgado va desgranando comentarios, tanto sobre la fotografía como sobre el contexto y su propia vida. De esta forma, no solo nos aproximamos a su obra y a sus concepciones estéticas y humanistas, sino también a su esposa, a su padre, a su hijo con síndrome de Down, y en fin, a su propia biografía.

Wenders sabe desaparecer detrás de la fuerza fotográfica de Salgado. La misma fascinación que experimentó cuando se topó con la foto Mujer ciega (Malí, 1985), y que le llevó a preguntarse quién era el fotógrafo que estaba detrás de ese retrato, es la que trata de generar en el espectador. Una fascinación que al principio es solo estética y en seguida se transforma en fascinación moral. Wenders descubrió que aquel fotógrafo estaba interesado en algo más importante que la fotografía: las personas a las que retrataba. Esa preocupación humanista, compartida por el cine de Wenders, atraviesa toda la película de tal manera que el asombro estético ante la genialidad fotográfica se da la mano con la congoja existencial y moral de muchas de sus obras, en especial las que muestran las consecuencias del hambre y de la guerra.

En el documental se armoniza el sobrecogedor blanco y negro de las fotografías con el de las secuencias del propio Salgado, en un primer plano cuya expresividad acompaña las serenas reflexiones que propone. El color se reserva para los vídeos del tiempo presente, que le acompañan por alguno de sus últimos viajes realizados a las zonas más vírgenes del planeta. La voz en off de Wenders, cual coro griego, glosa el viaje existencial que nos propone este documental, auténtica obra de arte. En este caso está justificado el Premio del Público en el Festival de San Sebastián, así como la mención especial otorgada por el Jurado Ecuménico del Festival de Cannes.

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