Física o Química

GÉNEROS,

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNLenguaje soez, Sexo

ESTRENO04/02/2008

Durante los últimos 3 años ha sido la serie sobre adolescentes más vista de nuestro país. Las cuatro primeras temporadas obtuvieron una audiencia media del 17% (aproximadamente 3 millones de espectadores), pero a partir de la 5º el interés de los televidentes fue disminuyendo hasta llegar a una audiencia del 7% en la séptima temporada.

Aún así, la serie ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos colgando en abierto todos los capítulos de la serie en la web oficial de la cadena, junto con algunos contenidos extras. De esta manera, el dato de audiencia televisiva lo que refleja, sobre todo, es que el público juvenil opta claramente por ver las series en Internet, sin cortes publicitarios, sin depender del horario de emisión televisiva. Internet ofrece, además, la posibilidad de comentar en foros, acceder a los Twitter de los protagonistas de las serie, compartir información por medio de las redes sociales, etc…

En el fondo, esta estrategia de marketing es la que ha marcado las señas de la identidad de Física o Química. No es la primera serie española de instituto (Compañeros, Al salir de clase) pero sí la que ha llegado más lejos en mostrar de manera muy cruda la conducta de unos adolescentes que hacen lo que quieren. El creador Carlos Montero se inició como guionista en 1997 con 11 temporadas de Al salir de clase (1997-2002); después crea El comisario (1999-2009) para Tele 5, con 12 temporadas; Maneras de sobrevivir (2005) para Tele 5 y Génesis. En la mente del asesino (2006-2007) para Cuatro tuvieron una sola temporada.

La jungla del colegio

En Física o Química unos chicos de colegio son los reyes de la jungla. La verdad, es que el colegio Zurbarán –es curioso, pero no es un instituto y, por tanto, no es un centro público– es una jungla, una jungla especial porque los animales que la pueblan, jóvenes y menos jóvenes, siempre están en celo, gruñen con cara perpetua de asco, salvo cuando el guión les concede momentos emotivos con música lánguida, porque ha muerto alguien o porque toca dar un respiro a tanta verborrea desmadrada de niñatos que no respetan a nada ni a nadie, ni siquiera a ellos mismos.

La puesta en escena es elemental, la realización pobre, el montaje esquemático

En el fondo son alienígenas que parecen olvidar de un capítulo a otro las faenas de sus compañeros (mentiras, cuernos, palizas…). Por si fuera poco los padres apenas tienen la autoridad que los adolescentes les permiten, siempre y cuando sean “comprensivos” con su modo de actuar. Y ese modo de funcionar tiene todos los elementos más escandalosos de lo que los productores de la serie retratan como la juventud actual, así, en bloque.

Desde el primer capítulo, la serie muestra –sin apenas contrapuntos–, una temática dominada por el sexo compulsivo (heterosexual, homosexual, entre alumnos menores de edad y profesores, entre profesores y alumnos), el lenguaje carcelario lleno de procacidades, adicción al alcohol, drogas (fomentadas incluso por el ejemplo de algunos educadores), bulling, suicidio de uno de los protagonistas, muertes violentas, etc.

Ante las protestas de asociaciones de padres de alumnos que se quejaron de los nocivos contenidos de una serie destinada a adolescentes y del ridículo retrato de padres y educadores, la respuesta de la cadena propietaria de la serie, Antena 3, fue una campaña de promoción de la segunda temporada, en la que reivindicaba su producto con un punto de chulería, de culto a la trasgresión.

Los creadores de la serie se envuelven en la bandera de la libertad, se cuelgan la chapa de damnificados, dignos defensores de un realismo adulto frente a las críticas de “los sectores más retrógrados de la sociedad burguesa”. Se defiende así el producto con la estrategia de decirle al adolescente que consuma lo que los mayores intentan prohibir. Como si los que toman las decisiones sobre el carácter de la serie no fueran también adultos de la sociedad burguesa, pertenecientes a los sectores más ávidos de negocio y dinero. Si la audiencia de la serie hubiera decaído antes, la censura comercial de la cadena no habría dudado en clausurarla sin piedad.

Personalidades planas

Pero realmente los que deberían protestar son los jóvenes, presentados en la serie de un modo tan simplista y con personalidades tan planas. De la amplia variedad del público juvenil, los creadores de la serie han congregado en el colegio Zurbarán un sector tan unilateral que resulta previsible en sus reacciones.

La serie muestra una temática dominada por el sexo compulsivo, un lenguaje carcelario y unas personalidades sin matices

Sin embargo, es evidente que la representación del anhelo adolescente de “poder hacer lo que me dé la gana” unida a la morbosidad del sexo y la violencia explícitos son dos ingredientes que bien agitados hacen que esta producción televisiva tenga capacidad de crear adicción en algunos jóvenes. Y no solo en jóvenes marginales. Basta preguntar a chicos de 14 años de todos los ámbitos para comprobar que de algún modo es una serie trending, o dicho de otra forma, una serie que se ve porque se comenta…

La serie cuenta con actores que consiguen interpretaciones pasionales, con diálogos que retratan las pulsiones juveniles más radicales. No hay matices en sus perfiles y los personajes que aluden alguna vez a argumentos racionales desaparecen misteriosamente de la serie (así sucede con un alumno que propone continencia sexual en las relaciones; toda la clase le mira con cara de “¿en que planeta o caverna te han obligado a pensar así?”, y se acabó el personaje, misión cumplida).

Por otro lado la puesta en escena es elemental, la realización pobre, el montaje esquemático. Y cuando todo eso no es suficiente para que argumentos y personajes tan extremos sean “digeribles” se sube el volumen de la música. Tanto es así que la banda sonora es un factor esencial en la serie que ha llevado incluso a crear expresamente un grupo que compone las principales canciones (Cinco de enero). No faltan tampoco temas famosos de cantantes como Carlos Baute o Laura Pausini (En cambio no suena en uno de los clímax dramáticos de la serie) o grupos como Revólver, Pereza o El sueño de Morfeo.

Todas estas características convierten la serie en un auténtico culebrón que retrata la política del “todo vale” practicada en este caso por una cadena generalista, Antena 3, que quiere audiencia y dinero a cualquier precio.

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