Evelyn

Director: Bruce Beresford. Guión: Paul Pender. Intérpretes: Pierce Brosnan, Sophie Vavasseur, Aidan Quinn, Julianna Margulies, Stephen Rea. 94 min. Jóvenes.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

El australiano Bruce Beresford (Crímenes del corazón, Paseando a Miss Daisy -Oscar al mejor filme en 1989-, Camino al paraíso) dirige esta película que recrea la historia real de Desmond Doyle, un pobre pintor dublinés, bebedor y sin trabajo fijo, que en 1953 batalló contra el Estado irlandés para recuperar la custodia de sus cinco hijos, reducidos a tres en la película. Cuando la esposa de Desmond abandonó a su familia y huyó a Australia con su amante, los jueces aplicaron al caso la Ley de Familia vigente, y los niños fueron internados en diversas instituciones religiosas. Pero Doyle luchó para dejar el alcohol y ganar un dinero cantando con su padre de pub en pub. Así contrató a tres excelentes abogados y recurrió la sentencia hasta el Tribunal Supremo.

Producida y protagonizada por Pierce Brosnan, Evelyn es una película con empaque de gran producción, con destacados trabajos de fotografía, montaje y música. La experiencia, sensibilidad y buena mano de Beresford dan lugar a momentos de brillante emotividad. Por fuera, la cinta tiene mucho del nuevo realismo social irlandés abanderado por Jim Sheridan (Mi pie izquierdo, El Prado, The Boxer). Por dentro, Evelyn tiene mucho en común con El hombre tranquilo, de John Ford, con la que comparte una visión rica, atractiva y ponderada de la sociedad irlandesa, delimitada por la alegría de vivir -a pesar de los pesares-, el valor esencial de la familia y la importancia decisiva de la religión católica.

Esa alegría de vivir impone un sorprendente tono festivo, que oxigena y hace más verosímil la modulación melodramática de la historia. En cuanto a la familia, se subraya el valor de su unidad y la tragedia del alcoholismo y el divorcio, aunque este último se acaba dando por bueno en el caso extremo que relata el filme. Finalmente, es sugestivo y amable su retrato del catolicismo irlandés, que presenta lo habitual como habitual y las excepciones como excepciones. La condena a alguna actitud negativa se compensa con la alabanza decidida a la labor social de la Iglesia católica y a los efectos benéficos de la religiosidad sincera y sencilla.

Jerónimo José Martín

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