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Los principales valores de En la playa de Chesil –la actriz Saoirse Ronan y el escritor Ian McEwan– ya se habían “visto las caras” antes de cruzarse de nuevo en esta película.

De hecho, a Saoirse Ronan la conocimos precisamente gracias al famoso novelista británico. La adaptación de su novela Expiación significó la primera nominación al Oscar para una jovencísima Saoirse que, a sus 13 años, daba vida a un complejo personaje, una niña capaz de destrozar la vida a una pareja de amantes.

En En la playa de Chesil la actriz irlandesa vuelve a interpretar un texto del prestigioso escritor y a otra mujer torturada; en este caso, hablamos de Florence, una joven recién casada incapaz de afrontar la noche de bodas.

Estamos ante una película turbia, adulta, densa y premiosa. El texto de la novela lo exige. No era una obra fácil de adaptar a la pantalla grande. Ni por el tema, no exento de truculencia, ni por la manera de contarlo. Las largas reflexiones de la novela –fundamentales para entender la crisis de la pareja– se convierten en largos silencios, planos infinitos y música, mucha música clásica, que es una de las grandes protagonistas de la cinta. La narración a partir de flashbacks, que nos dan las claves del romance, entorpece excesivamente el ritmo de la cinta.

Dominic Cooke –un cineasta británico formado en la televisión– respeta religiosamente el texto de McEwan, exceptuando un final poco sutil que diluye el poderoso mensaje que remata la novela. Es apenas una escena… pero que funciona como un torpedo en la línea de flotación de una película ya de por sí compleja.

De todas formas, aunque la cinta se sitúa muchos escalones por debajo de Expiación, se salva gracias a la interpretación de Saoirse Ronan, que vuelve a demostrar que es la actriz más dotada de su generación. A su lado, el todavía poco conocido Billy Howle es un descubrimiento. Su mezcla de tosquedad y bonhomía es perfecta para dar la réplica a la fría y sensible Florence.

La puesta en escena es magnífica. Estamos ante un producto British cien por cien que mima cada detalle: el vestuario, la decoración de los interiores y las espectaculares localizaciones. Un envoltorio de lujo para una película que, sin embargo, deja un sabor agridulce.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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