Elling

Director: Peter Naess. Guión: Axel Hellstenius. Intérpretes: Per Christian Ellefsen, Svenn Nordin, Per Christensen, Jorgen Langhelle, Marit Pia Jacobsen. 90 min. Adultos.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Esta película es la producción noruega con más éxito de la historia. Además de lograr unos excelentes resultados de taquilla en su país y en otros de Europa, esta segunda película de Peter Naess (Absolute Hangover) ha obtenido numerosos galardones, como el Premio de la Juventud del Festival de San Sebastián 2001, donde también recibió una Mención Especial en el Premio Nuevos Realizadores. Ahora es una de las cinco candidatas al Oscar al mejor film en lengua no inglesa.

El guión está basado en la novela Brode i blodet, de Ingvar Ambjornsen. Describe las andanzas de Elling, un tipo inocente y fronterizo, de hablar incongruente y dominado por las neurosis más singulares. Tras pasar varios años en un psiquiátrico, Elling es devuelto por el Estado al mundo real, que le asigna en Oslo un asistente social y un piso. Allí, Elling vivirá con Kjell, un rudo compañero de psiquiátrico, que padece violentos ataques. La ya difícil coexistencia e integración de estos frágiles individuos se torna aún más compleja cuando Kjell se enamora de una mujer. Mientras tanto, Elling descubre la poesía y se hace amigo de un famoso literato, ahora olvidado.

Al igual que Rain Man, Forrest Gump, ¿Qué pasa con Bob?, Mejor… imposible o Yo soy Sam, esta tierno-cómica versión noruega de Mr. Bean emplea la discapacidad mental de sus protagonistas para hacer un elogio de la vida sencilla y una crítica incisiva de las sofisticadas ataduras asumidas en las sociedades consumistas. En este sentido, resultan interesantes algunas de sus reflexiones sobre el valor de la amistad, la solidaridad, la literatura y el respeto a la diferencia. Sin embargo, su visión del hombre no deja de ser de bajo vuelo, sin apertura a la trascendencia y sexualmente permisiva, lo que propicia algunos diálogos soeces y varias exhibiciones corporales.

Esta trama demasiado anecdótica y superficial se compensa en parte con la original puesta en escena de Peter Naess, cuyo realismo resulta a ratos descarnado, a ratos casi naïf. Además, controla bien las histriónicas interpretaciones, que arrancan las risas y sonrisas del espectador, y su simpatía ante personajes tan desvalidos y entrañables.

Jerónimo José Martín

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