Elio tiene once años, una imaginación desbordante y una certeza inquebrantable: no estamos solos en el universo. Incomprendido en su entorno, su gran deseo es ser un día abducido por los alienígenas, porque piensa que nada le hará más feliz.
Pixar vuelve a hacer lo que mejor sabe: hablar de temas profundos con naturalidad y una aparente sencillez que, de hecho, resulta abrumadora. Elio gira en torno a la identidad y la pertenencia, al deseo de ser reconocido y aceptado, y también toca –con acentos entrañables– la importancia de la familia, la amistad y el papel insustituible de los padres. Basta pensar en una escena clave (evitaremos el spoiler) en la que la reacción de un padre malvado ante su hijo resulta devastadora.
El proyecto fue iniciado por Adrián Molina –coguionista de Coco junto a Lee Unkrick–, pero finalmente ha quedado en manos de Madeline Sharafian (nominada por Madriguera) y Domee Shi (directora de Red y del oscarizado cortometraje Bao), que comparten la dirección con el propio Molina.
El resultado, como suele ocurrir en las obras que han cambiado de autor a medio camino, es un puzzle algo deslavazado.
La estructura narrativa recuerda a la de Up y Wall·E, con personajes principales muy bien construidos. Sin embargo, los secundarios quedan algo desdibujados y el conjunto no alcanza la emoción ni la profundidad de aquellas. A nivel visual, Elio hereda la espectacularidad técnica de Lightyear, y argumentalmente recuerda la hondura de Interstellar. No faltan los guiños cinéfilos a películas de los ochenta, desde Encuentros en la tercera fase hasta el terror de Alien o La Cosa, siempre rebajados con un humor tierno y familiar.
En resumen, Elio es una propuesta original, sensible e inteligente, algo que se agradece en una cartelera cada vez más saturada de secuelas, franquicias y fórmulas repetidas. Tiene encanto y una factura impecable. Pero no se atreve a romper moldes ni a explorar caminos nuevos, como lo hicieron en su momento Coco, Del revés o Soul. Y, aunque ofrece momentos emotivos y visuales brillantes, no logra ese “clic” que convierte una buena película en un clásico. Está más cerca de las obras menores del estudio –como Onward o Elemental– que de las inolvidables Los Increíbles o Ratatouille, por decir dos títulos muy distintos. A Pixar siempre se le pide más: es lo que tiene haber encadenado once joyas consecutivas que marcaron la historia de la animación.
Jaume Figa Vaello
@jaumefv
Un comentario
Creo que aparte de lo comentado la pelicula tiene un toque de trascendencia en el la imagen del planeta y la reacción de Elio que decide volver a la tierra reconociendo que es especial pero no esta solo y no quiere quedarse «todavia» en el planeta. Acepta su vida en la tierra y el planeta es un simbolo del Cielo