Kevin Costner encarna a Bud Johnson, un sosia de Juan Nadie, norteamericano medio, fracasado, divorciado, en el paro y con una hija de doce años, brillante y encantadora. Bud dedica el tiempo a beber y dormir, mientras su hija Molly intenta sacarle de una eterna crisis que la avergüenza. Bud no piensa votar, no cree en los partidos ni en los presidentes: su vida no va a cambiar después de las elecciones. Molly le hace prometer que irá a votar.
Costner encarna muy bien a un ciudadano medio -incluso por debajo de la media-, sin caer en tópicos ni caricaturas simplonas: es un Homer Simpson de carne y hueso. Con la ayuda de su hija Molly, personaje que lleva tanta carga de la película como él mismo, transmiten un mensaje capriano: un hombre contra el sistema, ilusiones, posibilidad de realizarlas y responsabilidad personal y de los políticos para cumplir su misión; la alusión a los fundadores de los Estados Unidos está presente en toda la película.
Kevin Costner es un gran actor (aunque no sea James Stewart) y Joshua Michael Stern un director apañado (aunque no se acerque a Frank Capra). Juntos logran que la película sea amena y simpática en su manera de reírse de la maquinaria electoral, de las promesas incumplibles, de un sistema que promueve la mentira para ganar votos, en lugar de ofrecer ideas y soluciones. Todo con la complicidad de los medios de comunicación. Los mejores gags tratan de este último tema.
