Director: Wu Tianming. Guión: Wei Minglun. Intérpretes: Chu Yuk, Chao Yim Yin, Zhang Riuyang, Zhao Zhigang. 101 min. Jóvenes.
Después de cinco años de autoexilio en Estados Unidos, provocados por los sucesos de Tiananmen, el cineasta chino Wu Tianming (Vida, El viejo pozo) retorna con esta ambiciosa coproducción con Hong Kong que recrea una historia de Chen Wengui. Narra las andanzas a principios de siglo del Rey de las Máscaras, un anciano y solitario maestro en el arte ancestral de cambiarse de máscara tan rápidamente que parece magia. La tradición señala que sólo puede transmitir su saber a su hijo varón. Así que declina el ofrecimiento de un afamado actor de ópera, y decide comprar un astuto niño de ocho años, Pichón, vendido clandestinamente por una familia pobre. Pero, al poco, descubre que Pichón es una niña, y le retira su cariño y protección. Pichón acabará en manos de un desalmado traficante de niños.
Aunque lo intenta, Wu Tianming -protector en los años 80 de la excelente quinta generación de directores chinos- no alcanza la riqueza narrativa y formal de sus discípulos Zhang Yimou, Chen Kaige, Zhang Junzhao o Huang Jianxin. De modo que su película padece a veces esa cierta frialdad del academicismo. De todas formas, ofrece una resolución visual fascinante y unas interpretaciones memorables, que al menos permiten ver con agrado esta humanísima parábola, que propone reflexiones muy sugestivas sobre el arte, la paternidad, la familia, la amistad o la dignidad de la mujer.
Jerónimo José Martín
