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El fugitivo

TÍTULO ORIGINAL The Fugitive

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Andrew Davis. Intérpretes: Harrison Ford, Tommy Lee Jones, Sela Ward.

Tras buscar desesperadamente buenos argumentos en su propio pasado, en el cine europeo y hasta en el mundo del cómic, Hollywood ha decidido ahora revolver en el baúl de los recuerdos de la televisión. Llega así a la gran pantalla -como primera avanzadilla de otras muchas producciones en fase de rodaje- esta espléndida adaptación de la legendaria serie televisiva de los años sesenta, que protagonizaran David Janssen y Barry Morse.

El guión de Jeb Stuart y David Twohy sintetiza muy bien lo esencial de la serie original. La historia se enmarca en el clásico subgénero de víctimas inocentes de la ciega justicia -frase emblemática del prólogo de la serie-, del que Hitchcock fue un consumado maestro. Esta vez el sufrido protagonista es el doctor Richard Kimble (Harrison Ford), un honrado y prestigioso cirujano de Chicago, injustamente condenado a muerte por el asesinato de su esposa. Durante su traslado a la prisión, el furgón en que viaja choca violentamente contra un tren, y Kimble consigue escapar. Comienza entonces una angustiosa huida de la justicia, representada por un implacable y astuto agente federal (Tommy Lee Jones). La única posibilidad de salvación de Kimble es descubrir mientras tanto al verdadero asesino de su mujer.

Lo primero que hay que decir es que, desde la primera secuencia -brillante muestra de síntesis narrativa- hasta la conclusión, el espectador es embarcado en una trepidante aventura. Sin duda, parte del mérito corresponde a la espectacular puesta en escena de Andrew Davis, que da un salto de años-luz respecto a sus mediocres trabajos anteriores (Código de silencio, Por encima de la ley, A la caza del lobo rojo y Alerta máxima). Destaca sobre todo la singular planificación narrativa, que integra presente y pasado a través de numerosos flash-backs muy originales. Mención especial merece la secuencia del descarrilamiento del tren, de gran tensión visual y dramática, en la que queda patente la calidad del montaje de Dennis Virkler y David Finfer, y del contrapunto musical de James Newton Howard.

Pero lo que da entidad a la película son las soberbias caracterizaciones de Harrison Ford y Tommy Lee Jones. Es muy probable que su impresionante duelo interpretativo -tan intenso como el que sostienen sus respectivos personajes- les consiga a ambos la candidatura al Oscar.

El guión alivia con certeros golpes de humor irónico el cóctel explosivo de acción, drama e intriga que domina la película. Pero no plantea más temas de fondo que los habituales en el género. De hecho, la referencia a un grupo mafioso de la industria farmacéutica y las posibles críticas a la pena de muerte y al sistema judicial norteamericano, no son más que circunstancias de la trama. Lo más profundo lo aporta la talla humana de los dos personajes centrales -arquetipos de héroes modernos- en su atractiva relación de progresivo acercamiento.

En fin, un thriller magnífico, moderno y clásico a la vez, al que sólo cabe criticar un par de tontas imágenes de contenido sexual y algunos diálogos groseros, que en el doblaje al castellano incluyen algunas blasfemias, inexistentes en la versión original.

Jerónimo José Martín

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