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Cuento de hadas

TÍTULO ORIGINAL Fairy Tale

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Charles Sturridge. Guión: Ernie Contreras. Intérpretes: Peter O’Toole, Harvey Keitel, Florence Hoat, Elizabeth Earl, Paul McGann, Phoebe Nicholls, Mel Gibson. 98 min. Jóvenes.

En 1917, dos niñas, Elsie y Frances, fotografiaron a unas hadas en un pueblo inglés. Esas fotos acabaron en manos de Sir Arthur Conan Doyle, quien, en la Navidad de 1920, publicó una crónica del suceso en el Strand Magazine. Aunque en el artículo no aparecían sus nombres, la identidad de las niñas fue descubierta, de modo que sufrieron el acoso de la prensa nacional y extranjera.

Estos sucesos reales, acaecidos a lo largo de varios años, son condensados por el guionista Ernie Contreras en varias semanas de 1917. Las primeras imágenes muestran a Peter Pan preguntando a los niños: «¿Creéis en las hadas?». Es uno de los puntos fuertes de la obra de John Barry. Durante más de un siglo, los teatros han temblado con la respuesta: un «¡Sí!» ensordecedor. El sólido guión ha apostado por la existencia de las hadas, y va desafiando al espectador desde el principio: los adultos ya no saben creer, dice Frances a su madre, que está a punto de perder la fe porque su hijo mayor ha muerto. Pero esa misma sociedad adulta que va perdiendo la fe en Dios, se va llenando de creyentes en fantasmas, y las sociedades teosóficas proliferan, junto con médiums que hacen fortuna engañando a padres desconsolados que han perdido a sus hijos en los frentes de la I Guerra Mundial. Los principales protagonistas del encendido debate sobre las hadas fueron dos figuras que, a pesar de sus diferentes puntos de vista, eran grandes amigos: el propio Conan Doyle, que practicó y defendió con entusiasmo el espiritismo; y el gran ilusionista Harry Houdini, de firmes convicciones católicas, que combatió a los teósofos y charlatanes.

Este mismo tema fue tratado el año pasado por la película Fotografiando hadas, de Nick Willing, que también partía de la existencia de las hadas. Pero mientras en ese film se aprovecha el argumento para describir la degradación psicológica de un hombre lleno de dudas sobre el más allá, en este de Charles Sturridge (Donde los ángeles no se aventuran, Retorno a Brideshead) se reflexiona sobre lo verdadero y lo falso en las ciencias parapsicológicas, y sobre su posible relación con el ámbito espiritual. «No he necesitado a un espíritu para hacer esto -declara Houdini-; es un truco, que espero consideren muy bueno». A este juego de verdades y mentiras, se añade el guiño de la partida de ajedrez, con un falso mudo, y algunas otras picardías que hay que descubrir.

Sin embargo, los verdaderos términos del debate sobre la existencia y misión de las hadas se acotan a través de los personajes de las niñas, sobre todo cuando una de ellas contesta a la súplica de un niño enfermo: «Las hadas no pueden curarte; pídeselo a tu ángel de la guarda». Desde esta perspectiva, cuando le preguntan sobre el caso, Houdini concluirá: «He combatido a charlatanes y aprovechados; aquí sólo veo alegría».

Además de estos interesantes temas, la película ofrece una cuidada reconstrucción de época -que incluye una inteligente crítica social-, a la que se añade el toque mágico del misterio de las hadas. Tanto los veteranos Harvey Keitel y Peter O’Toole como las niñas Florence Hoat y Elizabeth Earl llevan a cabo unas interpretaciones magníficas. A pesar de su apariencia infantil, la película está destinada a un público juvenil y adulto.

Fernando Gil-Delgado

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