Conducta

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ESTRENO16/01/2014

Premiada en el Havana Film Festival de Nueva York, se estrena en España una interesante película cubana que se suma a las cintas revisionistas del régimen, como la reciente Regreso a Ítaca de Laurent Cantet. Pero Conducta, además de ser cubana y no francesa, se centra en una peripecia educativa de gran valor, ambientada en una escuela de La Habana. Allí estudia Chala, un niño de once años, que tiene una madre drogadicta y prostituta. Para llevar dinero a casa, Chala entrena perros de pelea. Si hay una persona que se preocupa por el futuro de este niño es Carmela, su maestra de sexto grado, por la cual Chala siente un gran respeto y cariño. Las cosas se ponen difíciles cuando Carmela sufre un infarto y es sustituida temporalmente por una joven maestra que solo ve en Chala problemas de conducta y cuyo único criterio es aplicar la ley.

Ernesto Daranas ofrece un producto poliédrico en el que, por un lado, se describe y alaba un modelo educativo en el que todo gravita sobre la persona y no sobre el sistema, las leyes o las fórmulas pedagógicas. De hecho, es el modelo más antiguo, el del maestro que ama y corrige, que instruye y cuida, que en definitiva es un referente moral al que los niños miran y siguen. Por otro lado, la película hace una crítica nada complaciente al régimen comunista, que interfiere en la educación de una manera que la protagonista, muy cansada de mentiras oficiales, ya no está dispuesta a tolerar.

En este sentido, es muy interesante comparar Conducta con la reciente película francesa La profesora de Historia. En ambas se hace una valoración muy positiva del trabajo educativo de dos mujeres ya entradas en años. Pero si en la última se abogaba por el laicismo en la escuela, en la cubana se defiende la libre expresividad religiosa en el aula. En ambos países se prohíbe la exhibición de elementos religiosos en el colegio, bien sea en nombre del comunismo, bien del laicismo. Pero la protagonista de Conducta se burla de tal medida como irracional e inhumana, y la francesa, por el contrario, se muestra claramente connivente.

Brillante la interpretación tanto del niño Chala (Armando Valdés Freire) como de Carmela (Alina Rodríguez). Su variedad de recursos, la expresividad de sus rostros y la naturalidad de su trabajo son factores imprescindibles para dar verosimilitud y credibilidad a un guion bastante inteligente ya de por sí.

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