Directora y guionista: Xu Jinglei. Intérpretes: Xu Jinglei, Jiang Wen, Lin Yuan, Sun Feihu, Su Xiaoming. 90 min. Jóvenes-adultos.
«Carta de una desconocida» es una pequeña pero gran novela de Stefan Zweig. Consiste en una larga y apasionada carta, escrita a finales del siglo XIX y que comienza así: «Cuando leas esto ya estaré muerta». En ella, una mujer a punto de morir revela a un hombre que él fue el único gran amor de su vida. Cuando era niña se enamoró de él, y toda su vida se ha dedicado a amarle en silencio sin que él lo supiera. La carta cuenta todos los encuentros y desencuentros que tuvieron y los efectos de la frialdad, inconstancia e indiferencia de él.
En 1948, el vienés Max Ophuls (1902-1957) realizó una obra maestra protagonizada por Joan Fontaine y Louis Jourdan. La versión que se ofrece ahora en pantalla tiene el doble interés de ser una adaptación al mundo oriental y a una época diferente. La acción comienza en Pekín, en 1948. La carta sitúa el primer encuentro cuando ella era niña, en 1930.
La película atraviesa la ocupación japonesa, la II Guerra Mundial y llega al comienzo de la revolución maoísta. La historia en China es perfecta, y es la misma que en Zweig o en Ophuls: un artista -en este caso un escritor- y una joven que tiene que abrirse camino en la vida en circunstancias difíciles, cuando la mujer todavía tenía una situación inferior al hombre. También es la misma la manera de entregarse ciegamente al amado y de guardar silencio. Sin embargo, la película de Xu Jinglei da a su desconocida mayor iniciativa que los europeos a la suya: existe la fatalidad, existe la ruina a causa del hombre, pero ella no es una mujer pasiva, tomó decisiones, hizo cosas con toda conciencia, aceptó las consecuencias de sus actos de un modo más activo que las mujeres de Ophuls y de Zweig. Esa es toda la diferencia. En relación con Ophuls, hay que decir que esta nueva versión habla menos y deja ver más, con una fotografía de gran belleza y expresividad.
La actriz de 30 años Xu Jinglei dirige, escribe y protagoniza este bello largometraje chino recompensado con la Concha de Plata a la mejor dirección en el Festival de San Sebastián 2004. Pocas veces el «remake» de un clásico se aproxima al valor del original. Éste es uno de esos afortunados casos.
Fernando Gil-Delgado