Bestias del sur salvaje

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNSensualidad

ESTRENO25/01/2013

Premio del jurado en Sundance y Cámara de Oro en Cannes, esta ópera prima sobre una niña que malvive con su padre alcohólico en un barrio de Nueva Orleans casi sumergido tras el huracán Katrina, aspira a cuatro Oscar (película, director, guion adaptado y actriz).

Con 25 años, el realizador neoyorquino Benh Zeitlin se trasladó al Sur profundo con una cámara de 16 mm y ganas de convertir el cine en una experiencia vital. Allí encontró su voz, en 2008, rodando el mediometraje Glory at Sea, un preludio del largo que nos ocupa y que ya contenía todas las claves formales y materiales, para mi gusto mejor ensambladas.

Rodada con actores no profesionales, la cinta se mueve entre el miserabilismo de Flannery O’Connor y la captación del hombre y la tierra al estilo Malick, pero en modo dirty. La dimensión mítica, el aire apocalíptico se apodera de un cuento sórdido y brutal, áspero y crudo, y convierte las imágenes en una especie de visiones sinuosas. Un hábil montaje las va sirviendo como sueños que salen del agua para volver a sumergirse sin que medie el paso por la vigilia.

Me parece una obra irregular. Es innecesariamente larga o, mejor dicho, alargada: un cuento es breve por naturaleza, y para alargarlo hay que darle una estructura dramática distinta y un diseño de personajes (una construcción, un arco) diverso. Lo que puede fascinar de Bestias del sur salvaje es una suma de elementos que van más allá de lo cinematográfico.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.