James Cameron es un gran director, hay que reconocerlo; alguien que ha querido cambiar la forma de ver cine, convirtiéndolo en un auténtico viaje sensorial. Eso es lo que ofrece Avatar: fuego y ceniza: puro entretenimiento visual, pensado fundamentalmente para la gran pantalla –cuanto mayor, mejor–, y especialmente para salas IMAX y proyección en 3D. Ahora bien, es una lástima que el director de Terminator 2 haya decidido consagrar buena parte de su talento –al menos hasta 2031, cuando se espera Avatar 5– a un proyecto de escasa complejidad argumentativa.
En esta nueva entrega de los Na’vi, la familia formada por Jake y Neytiri Sully lidia como puede con la muerte del hijo mayor, Neteyam, que cayó defendiendo a sus hermanos durante la batal…
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