Ser conservador no es algo desfasado, sostiene en su último libro Gregorio Luri, quien reivindica el atractivo de la prudencia política y de los valores ante la deriva posmoderna.
Mientras unos celebran los logros del presidente, a otros les preocupa que deje a un lado ciertos principios muy apreciados por los “votantes de valores”.
Frente al rugido de los indignados, el regreso a la moderación y a la actitud reflexiva se presenta como un paso necesario para suavizar los conflictos.
Para entender las raíces del movimiento juvenil de 1968 y valorar sus consecuencias en la cultura y las mentalidades, ahora que el populismo reivindica aquel legado.