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El nacionalismo hindú amenaza las libertades en la India

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El primer ministro de la India, Narendra Modi, reza en un templo hindú en Varanasi (Foto: Asokan)

 

El pasado 5 de agosto, en la septentrional ciudad de Ayodhya (Uttar Pradesh), el primer ministro de la India, Narendra Modi, colocó un bloque de plata de unos 40 kilos en el basamento de lo que será un templo hindú dedicado al dios Rama, el mismo que protagoniza la milenaria epopeya del Ramayana.

El gesto no tendría mayor significado, de no ser porque la erección del nuevo edificio se efectuará en un terreno que, hasta hace 28 años, ocupaba la mezquita de Babri. Para Modi, el acto fundacional tiene connotaciones comparables con la independencia del país del dominio colonial británico, en 1947, pero el hecho actual, al contrario del acontecido en aquel momento, no deja a todos contentos y supone un paso más en la degradación de la libertad religiosa en la que gusta llamarse “la mayor democracia del mundo”.

Para entender la repercusión de lo ocurrido días hay que remontarse brevemente a 1992. Ese año, el hinduista Bharatiya Janata Party (BJP) –el de Modi–, con su discurso de que el sitio del nacimiento de Rama hacía 1.500 años era exactamente el que ocupaba la mezquita desde el siglo XVI, terminó inspirando a turbas de extremistas a pasar a la acción y arremeter contra el lugar de culto musulmán y contra miles de seguidores de Mahoma. La mezquita fue arrasada hasta los cimientos y más de 2.000 personas –mayoritariamente de credo islámico– murieron durante los disturbios colaterales.

Ahora, al poner la primera piedra del templo hinduista, el primer ministro pasa por encima del hecho de que, para hacer posible esta ceremonia y lo que vendrá, multitudes de fanáticos antes hicieron correr la sangre y sembraron la destrucción. Lo que se funda, descansa sobre una injusticia, condenada incluso por el Tribunal Supremo –que no obstante, no obstaculizó el nuevo uso del sitio–, y Modi no lo ignora.

Si esto puede equipararse al momento de la independencia…

El señuelo de lo identitario

El empeño del BJP de resarcir una injusticia medieval –al dar por buena la demolición de una mezquita cuya edificación, en su momento, se realizó encima de un sitio de culto hindú–, puede asemejarse bastante a la actitud de algunos colectivos en Occidente de pedir cuentas por desmanes de siglos atrás; perjuicios que, en teoría, los habilitarían para exigir privilegios actuales.

Si en esta parte del mundo muchas de esas causas ideológico-identitarias están sirviendo para desviar la atención de las verdaderas necesidades de justicia social universal, en la India no sucede de modo diferente.

Para los musulmanes, la erección del templo hindú en el sitio de la mezquita demolida “es un recordatorio de cuál es su verdadero lugar en la India”

“La repentina prisa [del gobierno del BJP] por hacer avanzar temas de la agenda nacionalista hindú –señala The Economist– refleja el cada vez menor margen para hacerlo mejor respecto a su otra gran promesa de campaña: la aceleración del crecimiento económico y la ampliación de oportunidades. La tasa de crecimiento ya se estaba ralentizando antes de que llegara el covid-19, y el FMI predice que la economía se contraerá un 4,5% este año”.

Varias décadas después de los tristes sucesos que hoy posibilitan la dedicación del sitio a Rama, “sabemos que el partido [el BJP] ha tenido gran éxito en convencer a muchos de que las injusticias, reales o imaginarias, de la India medieval necesitan ser ‘vengadas’ de esta manera”, escribe Arfa Khanum Sherwani en un artículo en The Wire.

Según la analista, no hay manera de que el nuevo edificio sirva como “instrumento para la unidad del país”. “El sitio del templo nunca podrá ser símbolo de paz, unidad o armonía, dado el significado político que le han dado sus promotores. Para estos, es un recordatorio a los musulmanes de cuál es su verdadero lugar en la India”.

Por su parte, en el paquistaní The Expresss Tribune, Moonis Ahmar, exdecano de Ciencias Sociales en la Universidad de Karachi, alerta de la deriva que está tomando la India con cada paso que da el gobierno nacionalista: primero, su mayoría parlamentaria revocó el artículo 370 de la Carta Magna, que concedía una autonomía especial al estado de Jammu y Cachemira, de mayoría islámica; luego aprobó una reforma de la Ley de Ciudadanía, para facilitar la obtención de esta a los inmigrantes no musulmanes de los países vecinos; posteriormente, dio luz verde a la construcción del templo de Rama…

“El próximo paso del BJP –apunta Ahmar– será reformar la Constitución y eliminar los artículos que definen a la India como un Estado democrático y secular”. Con mayoría en la Cámara Baja y su pronosticado dominio también en la Cámara Alta en los próximos comicios, el BJP “estará en posición de declarar a la India como Estado hindú”.

Y una nota: hoy los musulmanes son el objetivo principal, pero otros, como los cristianos y los sijs, también están en la mirilla.

En el horizonte cercano, la “nación hindú”

El expediente de la India en temas de libertad religiosa acumula varias manchas bajo el gobierno del BJP. El último informe de la Comisión para la Libertad Religiosa Internacional del gobierno de EE.UU. (USCIRF) precisa que, desde su reelección en mayo de 2019, el partido ha utilizado su mayoría parlamentaria para instaurar, a nivel nacional, políticas que infringen dicha libertad, y que asimismo “ha permitido que prosiga, con total impunidad, la violencia contra las minorías religiosas y sus lugares de culto, al tiempo que tolera el discurso de odio y de incitación a la violencia”.

Entre los ejemplos mencionados, la comisión estadounidense cita los ataques ocurridos en diciembre contra manifestantes opuestos a la reforma de la Ley de Ciudadanía: unos 25 de ellos perdieron la vida en las protestas. También sufrieron represalias una persona que trabajaba en un matadero de vacas, y otras que consumían carne de vacuno. Todas fueron arrestadas, no así los atacantes. En cuanto a los cristianos, se registraron 328 incidentes violentos contra ellos, mayormente la irrupción en sus servicios de oración y la clausura o destrucción de iglesias.

“Todos los pilares de la India democrática se han convertido en un instrumento del BJP”

Sajan K. George ha documentado muchos episodios de este corte. Miembro de la Iglesia Ortodoxa Siria y presidente del Consejo Global de los Cristianos Indios (GCIC), George tuvo oportunidad años atrás de conversar con el Papa Benedicto XVI y referirle de primera mano la situación de los fieles en el país.

Sobre el panorama actual bajo la férula nacionalista, comenta a Aceprensa que “todos los pilares de la India democrática: el poder ejecutivo, el judicial, el legislativo y los medios de prensa, se han convertido en un instrumento del BJP. No hay prensa libre ni independencia judicial. La poca protección que tienen los cristianos proviene de la constante intervención del gobierno estadounidense. La situación para nosotros es lamentable. Incluso la visita papal al país ha sido puesta en compás de espera por el gobierno del BJP”.

A George le preocupa cómo gana espacio la agenda de la exclusión. “Aproximadamente 150 organizaciones hinduistas se reunieron entre el 14 y el 17 de junio en Goa, con el objetivo de presentar un programa para establecer una ‘nación hindú’ para 2023. Según lo que planteaban en su web, ‘los representantes de las devotas organizaciones hindúes asistentes finalizarán un programa de acción en asuntos como la protección de los templos y las vacas, la defensa de los símbolos de honor hindúes, la conversión religiosa, así como la rehabilitación de los hindúes en Cachemira’”.

Según explica George, durante los últimos seis años de gobierno de Modi y el BJP, las cuestiones identitarias han sido sobredimensionadas, y se ha estado apelando a las emociones para acentuar la división de la sociedad por religiones.

“La sociedad está sufriendo la demolición de los viejos valores del amor y la amistad. La pobreza, el analfabetismo, el hambre y la deficiente sanidad están siendo relegadas a los márgenes de la acción política. Todo esto conspira contra los intereses de los hindúes en general. Sin duda, el hindú promedio es la gran víctima de esta agenda”, concluye.

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