China

El cristianismo crece rápidamente en China, y el régimen alterna entre la tolerancia y la represión.
Un reciente informe de Amnistía Internacional denuncia el floreciente negocio de la venta de instrumentos de tortura por las empresas chinas.
Las ordenaciones coinciden con el comienzo de una etapa de movilización por la democracia en el territorio.
Pekín ha diseñado un gran plan para que millones de residentes del ámbito rural se trasladen hacia las ciudades, motores de la demanda interna.
Bob Fu, fundador de China Aid, ha publicado su autobiografía, en la que cuenta su conversión al cristianismo, su experiencia en la cárcel y cómo escapó del régimen comunista.
Para los dirigentes chinos, los derechos humanos están marcados por las diferencias culturales y subordinados a las necesidades del Estado.
El gobierno chino ha suavizado un poco las restricciones a la natalidad, permitiendo un segundo hijo a más parejas, pero no ha renunciado al control de la población.
China llena el mundo de empresas y turistas que son bienvenidos por su poder económico, pero también despiertan antipatía.
El gobierno responde con detenciones de activistas en la lucha por los derechos civiles.
Un comentarista chino resalta la falta de realismo y la incongruencia del Partido al mandar por ley que los adultos visiten con frecuencia a sus padres.
La expansión de China es, sobre todo, de carácter económico y busca fomentar vínculos de este tipo, sin enfrentarse con Estados Unidos.
El Parlamento de Europa denuncia la violencia ejercida por China contra el defensor de los derechos humanos Chen Guangcheng.
China está cerca de alcanzar el primer puesto en el comercio internacional de mercancías, pero está retrasada en la venta y compra de servicios.
Rusia establece nuevas leyes que recortan libertades de la sociedad civil y China no progresa en derechos humanos.
India y China son ya, junto a Estados Unidos, los líderes absolutos en cuanto al número de alumnos universitarios. Pero mejorar la calidad de las universidades requerirá tiempo.
El régimen de Pekín ha comenzado a hablar de la posibilidad de abandonar la política del hijo único, impuesta en 1979.
El régimen se inquieta por la corrupción rampante, pero no encuentra unos valores éticos que puedan dar sentido al sistema de poder.
China está aumentando sus inversiones para producir alimentos en Rusia, donde sobra tierra cultivable y falta mano de obra.
Con una nueva versión de unos cuentos moralizantes y un proyecto de ley, el régimen quiere que la gente cuide de sus padres ancianos, ante el rápido envejecimiento de la población.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.