Una inspirada película sobre los avances en los derechos de la mujer, que pivota sobre un caso auténtico del que fue protagonista la jueza Ruth Bader Ginsburg.
El octavo episodio de la saga lleva el aliento de la trilogía original, con una certera realización y unas interpretaciones que destacan la hondura de los personajes.
Lynch engaña al público durante dos horas y media alimentando expectativas, creando atmósferas malsanas, haciendo dudar sobre qué es verdad y qué es mentira.