Jared Leto

Ridley Scott lleva a la pantalla grande el episodio más negro de la famosa firma de moda en una película tan llamativa como plana.
Tres actores superiores en un “thriller” de grandes momentos que no acaba de impactar.
Denis Villeneuve ha conseguido una digna secuela de la obra maestra de 1982, con estilo y temas de fondo actuales, aunque sin alcanzar el nivel de la película original.
La evolución, desde el egoísmo a la generosidad, de un hombre que contrae el sida al principio de la epidemia. Película interesante pero cruda. Oscar al actor protagonista, Matthew McConaughey.
Pulcro ejercicio de estilo con un guión inane, que agota al espectador.
Basada en una historia real, situada en el mundo internacional de la trata de armas. La película explora una consecuencia poco conocida del final de la Guerra Fría, la enorme cantidad de armas que de repente quedó disponible en los antiguos estados soviéticos para vender a los países en desarrollo (sobre todo de África) y las inmensas sumas de dinero amasadas por los traficantes de armas que las vendieron. Muchos piensan que es el mayor atraco del siglo 20. Sólo en Ucrania, entre 1982 y 1992 se robaron más de treinta y dos mil millones de dólares en armas. Ningún culpable ha sido jamás atrapado ni procesado.
Un joven sin ilusiones lucha contra su insomnio, consecuencia quizás de su hastío por su gris y rutinaria vida. En un viaje en avión conoce a Tyler Durden, un carismático vendedor de jabón que sostiene una filosofía muy particular: el perfeccionismo es cosa de gentes débiles; en cambio, la autodestrucción es lo único que hace que realmente la vida merezca la pena. Ambos deciden entonces formar un club secreto de lucha donde descargar sus frustaciones y su ira que tendrá un éxito arrollador.

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