En “Happy End”, Michael Haneke continúa tratando el suicidio y el suicidio asistido con medios fílmicos similares a los empleados en sus anteriores películas.
El deterioro físico de una anciana a la que cuida su marido muestra la belleza del amor y la grandeza tierna de la vejez, pero Hanecke pone todo al servicio de una tesis nihilista que recusa la vida cuando aparece el sufrimiento.
En un país africano en cruenta guerra civil, la radio llama a la matanza de blancos, pero una mujer se niega a huir. Personajes poco definidos y una discutible manera de cerrar la historia deslucen el interesante argumento.