El octavo episodio de la saga lleva el aliento de la trilogía original, con una certera realización y unas interpretaciones que destacan la hondura de los personajes.
La demanda de un historiador contra una colega que le acusó de falsedad por negar el Holocausto. Grandes interpretaciones en una película que contrapone con acierto las emociones y la técnica del juicio.