Jason Reitman

La que podría haber sido una fantástica nueva entrega de la mítica saga de los 80 se queda en tierra de nadie, por un guion muy flojo.
Una gran secuela del clásico de 1984, protagonizada por chavales, realizada con el mejor espíritu de “Stranger Things”: homenaje nostálgico a los años ochenta.
Reitman muestra con claridad el problema de la adicción a las redes sociales y a la pornografía en Internet, pero esquiva la respuesta moral que el planteamiento pide.
Esta valiosa tragicomedia del director de Juno y Gracias por fumar está muy por encima de la media y obliga a pensar sobre el mundo que estamos creando entre todos.

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