Una gran secuela del clásico de 1984, protagonizada por chavales, realizada con el mejor espíritu de “Stranger Things”: homenaje nostálgico a los años ochenta.
Reitman muestra con claridad el problema de la adicción a las redes sociales y a la pornografía en Internet, pero esquiva la respuesta moral que el planteamiento pide.
Esta valiosa tragicomedia del director de Juno y Gracias por fumar está muy por encima de la media y obliga a pensar sobre el mundo que estamos creando entre todos.