Además de Portugal y Estonia, dos de las grandes triunfadoras de la nueva edición de PISA, otros países sobresalen discretamente, sin acaparar titulares, ya sea por su continuidad en los primeros puestos del ranking o por su sostenida mejora. Canadá y Japón son ejemplos del primer caso; Polonia y Noruega, del segundo. Los cuatro se distinguen además por no dejar atrás a los alumnos de clase baja.
No es noticia que Canadá y Japón aparezcan, edición tras edición, entre los sistemas educativos con mejores puntuaciones, se ponga el foco en las habilidades científicas –como en este último informe–, matemáticas o lectoras, pero precisamente en esta continuidad estriba su mérito.
Calidad consolidada
Fuera de los países orientales, que copan los primeros puestos del ranking en ciencias, Canadá obtiene una de las notas más altas, junto con Finlandia y Estonia. Aunque su rendimiento ha descendido ligeramente desde 2009 –al igual que ha ocurrido de media en la OCDE–, la bajada ha sido menor que la de la mayoría de los países top (por ejemplo, el descalabro de Finlandia o Australia ha sido mucho mayor). Por otra parte, es el único representante de este exclusivo grupo en el que hay casi tantas chicas como chicos entre los mejores resultados.
Los cuatro países demuestran que excelencia y equidad no están reñidos
El caso de Japón es especialmente meritorio. Ha mejorado sus resultados significativamente desde 2006 en ciencias, y eso que ya entonces obtuvo muy buena puntuación. Además, al contrario que en otros países, la progresión se ha debido al avance de la gran mayoría de estudiantes, y no solo a la excelencia de unos pocos. De ahí que mientras se ha mantenido el porcentaje de notas excelentes, se ha reducido de forma importante el de “suspensos”, hasta niveles realmente bajos. El único reparo es que aún existe una gran brecha a favor de los chicos en las materias científicas, aunque, debido a la calidad del sistema educativo, las alumnas japonesas son las que más ciencias saben después de las finlandesas y las de Singapur.
Los que más mejoran
Polonia y Noruega llevan varias ediciones de PISA escalando puestos en el ranking. No obstante, en el último periodo (2012-2015), su evolución ha sido desigual. Mientras que Noruega ha continuado su progresión continua en todas las disciplinas, Polonia ha bajado considerablemente en las científicas (no en lectura). No obstante, dado su importante avance en periodos anteriores, la tendencia global sigue siendo positiva. De hecho, Polonia y Noruega forman, junto a Portugal, España e Italia, el grupo de los países europeos que más han crecido en ciencias desde 2006.
En lectura, Canadá destaca por encima de los demás. De hecho, es el primer país de la OCDE en el ranking (solo Singapur se sitúa por encima). No obstante, Noruega ha sido, de los cuatro países analizados, el que más ha progresado desde 2006. En Japón y Polonia, cuyas puntuaciones están 20 y 10 puntos por encima de la media, lo que ha mejorado es la diferencia entre chicas y chicos, que se ha reducido a un ritmo claramente superior al de la OCDE, aunque en Polonia los varones aún obtienen calificaciones muy inferiores.
Polonia y Noruega son dos de los países que más han crecido, y ya están claramente por encima de la media en todas las disciplinas
Por su parte, en matemáticas, quien destaca es Japón. Ocupa, junto al resto de regiones orientales (salvo Vietnam, Tailandia e Indonesia), los primeros puestos. Además, ha mantenido sus buenos resultados durante los últimos años, al contrario de lo que ha ocurrido en los mejores sistemas educativos de Europa y en Canadá. Es, eso sí, uno de los países con mayor diferencia a favor de los chicos, aunque esta se ha estrechado, como en el conjunto de la OCDE. En Polonia, en cambio, ha crecido, a pesar de que las notas medias han subido mucho. Noruega es, junto con alguna otra región del norte de Europa, uno de los pocos países del primer mundo donde son las chicas quienes están por delante.
Teniendo en cuenta todas las disciplinas, Polonia y Noruega aún están, a pesar de su importante mejoría, un peldaño por debajo de Canadá y Japón. Esto se aprecia, por ejemplo, en que el porcentaje de alumnos que sobresalen en las tres pruebas es claramente superior en estos dos últimos países.
La excelencia no excluye la equidad
PISA no es solo una radiografía neutral de la educación en el mundo. Además de los datos académicos, incluye otros sobre la justicia de los distintos sistemas educativos, en términos de igualdad de oportunidades para los estudiantes de los distintos estratos socioeconómicos. Como ya había documentado en anteriores ediciones, la de este año vuelve a corroborar la idea de que excelencia y equidad no son enemigos. De hecho, entre los países con mejores notas, la mayoría son también más equitativos que la media.
Entre ellos están Canadá, Noruega y Japón, donde el porcentaje de la nota de ciencias que depende del estrato socioeconómico del estudiante es inferior a la media de la OCDE (13%). En Polonia, está en torno a la media. En cambio, en Francia, Bélgica o Alemania, los ingresos del alumno son mucho más determinantes.
Otra manera de medir la equidad de un sistema educativo es comparar la probabilidad de que los alumnos pobres y los ricos saquen un suspenso en la prueba PISA. De media, en la OCDE los primeros tienen casi tres veces más posibilidades. En Noruega y Canadá, claramente menos; en Polonia y Portugal, un poco más. No obstante, ambos países destacan por tener muchos alumnos de los estratos más bajos que obtienen muy buenas notas.
Por otro lado, en Canadá, Polonia y Noruega, la diferencia entre los resultados de los estudiantes de escuelas con un alumnado de perfil económico alto y los de otras con perfil bajo es menos abultada que la media. En Japón sí se puede decir que este es un factor influyente, algo que ocurre –y de forma más acusada– en otros países con notas altas, como Singapur, las regiones chinas, Holanda o Alemania.
Incluso en Japón, al que la OCDE dedica un anexo específico, si bien es cierto que el nivel socioeconómico del colegio influye bastante en la elección de un itinerario académico o profesional para la etapa postobligatoria, los centros de perfil bajo reciben una cantidad de recursos públicos equiparable al de las escuelas “ricas”.
Autonomía y gasto
La OCDE ha señalado en varias ocasiones que la mayor autonomía del colegio está relacionada con un mejor nivel académico. No obstante, como recuerda ahora PISA, esta asociación está mediada por el factor socioeconómico; una vez se descuenta este, el efecto no es tan claro.
Japón y Canadá se mantienen en los puestos altos, mientras que otros países top han ido perdiendo fuelle
Con todo, el análisis detallado de qué ámbitos de autonomía son especialmente beneficiosos sugiere que es buena idea dejar en manos del director y los profesores lo relacionado con el currículum y las evaluaciones; en cambio, que la administración educativa tenga control sobre el aspecto disciplinario asegura una mayor equidad. En Japón y Polonia, docentes y equipo directivo tienen más margen de decisión que la media en el ámbito curricular y de evaluación. En Canadá, menos.
En cuanto al tiempo dedicado a los estudios (sumando el de las clases y el de deberes o academias), el análisis de los distintos países no encuentra una relación clara: en algunos, los estudiantes emplean mucho tiempo y obtienen unos resultados comparativamente bajos, mientras que en otros ocurre lo contrario. En este último grupo están Japón y Canadá y Noruega, donde cada hora de trabajo “cunde” por encima de la media de la OCDE. En cambio, en Polonia pasa al revés.
El gasto tampoco parece ser un factor decisivo en los resultados de PISA. Polonia dedica a cada estudiante la mitad de recursos que Noruega, pero obtiene notas parecidas. Canadá y Japón, por su parte, destacan en cuanto a la eficiencia de su gasto: con una inversión similar a la de Alemania, Francia o Eslovenia (ligeramente superior a la media), consigue calificaciones mucho más altas.