«Una película es algo más que una historia, es contar una experiencia»

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Entrevista con Wong Kar-Wai, director de «2046»
Wong Kar-Wai (Shanghai, 1958), que estrena «2046», pasa por ser uno de los directores más sensibles del cine internacional, con película únicas como «Chunking Express» o «In the Mood for Love (Deseando amar)». Profundo, divertido y cordial, al poco de conversar con él se comprueba que la sutileza de sus películas no es casual.

— Muchos críticos le ven como un poeta visual, al que interesan las situaciones breves, más los poemas que los relatos largos, y que no tiene miedo a que el guión de la película sufra. ¿Se ve usted así también?

— Yo trabajé diez años como escritor. Para mí la historia es una parte de la película, pero una película no es solamente una historia. Si estamos es un restaurante y nos sirven un plato que nos ha gustado mucho podemos describirlo, pero lo difícil es describir el sabor. Para mí una película es más contar una experiencia que contar una historia.

Wong Kar-Wai

— Si la comparamos con «Deseando amar», «2046» es una película más pasional, más rota, menos contenida en cuanto a la exposición de los sentimientos. ¿Ha cambiado Wong Kar-Wai de una a otra película?

— Para mí ambas películas están conectadas y son a la vez contrapuestas. «Deseando amar» muestra a dos personajes que viven una historia de amor de la que se enseña poco pero se ve mucho; aunque nunca vemos la relación carnal vemos sus estados de ánimo. «2046», más que una historia de amor, es una película sobre el amor, desde la perspectiva de una persona muy determinada.

— Como cineasta, parece más interesado en la potencia que en el acto, en los prolegómenos de lo que se ansía en un mundo efímero, donde muchos deseos se frustran. Nos costó traducir al castellano el título de su anterior película y nos decidimos por «En disposición de amar».

— Tienes razón. El amor es un asunto tratado durante siglos por la literatura, el teatro, el arte. De alguna manera todos somos estudiantes ante un tema tan universal, tan discutido. Comparto tu visión: «Deseando amar» trata del antes y «2046» del después.

— Los protagonistas de «Deseando amar» se sienten atraídos pero sienten también el peso ético que les lleva a no autodestruirse con la relación que incoan. En «2046» el protagonista no abre la puerta de su amor a ninguna de las tres mujeres con las que se relaciona. Parece un egoísta que no cree en el amor…

— Me parece que hay un punto que se te ha escapado. En «Deseando amar», uno de los condicionantes más importantes es que ellos son vecinos y temen por tanto el escándalo que pueden generar. Eso les aterra. En «2046» tenemos a un hombre que quiere vivir solo; su único observador es él mismo. En la primera película hay familia y matrimonio; en la segunda, el personaje no cree en nada de eso. Él se ha enamorado de una idea, de una mujer que no existe, y se ha convertido en un cínico que se hace daño a sí mismo. En «Deseando amar», los secretos se dicen a un árbol; en «2046», el árbol es el protagonista. Él lleva el secreto dentro y se trata de ver cómo se las apaña para liberar ese secreto.

— Se ha hablado mucho de las canciones de sus películas, de esos boleros inolvidables, como «Siboney». Creo que a usted le gusta detener el tiempo, con la música y una planificación muy cerrada, para que el espectador se ponga a su altura y pierda pie ante lo misterioso, lo que nos desborda.

— Realmente yo no soy tan analítico a la hora de hacer mis películas, sigo bastante mi instinto. Hay mil maneras de rodar una escena pero la que te vale es una, la que te parece más interesante. Te pongo un ejemplo. Cuando aparece la cantante Faye Wong, que trabaja en un cabaret, muestro sus pies, porque quiero dar a entender que es un personaje que necesita espacio, que se siente atrapada. Hago lo mismo con la música, porque cada historia tiene un ritmo y utilizo la música que me proporciona ese «tempo».

— ¿Por qué ha usado tres directores de fotografía?

— He tardado cinco años en hacer esta película, y en ese espacio de tiempo no todo el mundo está disponible. Aunque son tres yo los considero uno. El segundo director de fotografía es el ayudante de Christopher Doyle y se encarga de la segunda unidad. Y el tercero se ocupó del «making of» de «Deseando amar».

— ¿Se ha inspirado en el «manga» japonés al desarrollar las escenas futuristas de «2046»?

— En las secuencias que has llamado futuristas yo no quería hacer ciencia ficción sino asomarme a la imaginación del personaje, y me he inspirado en los comics de los sesenta y en «Barbarella» de Roger Vadim. Evidentemente, en la imaginación de ese personaje de los sesenta está presente el «manga» japonés.

— Los estudiantes de cine muestran mucho interés por sus películas, pero casi todos se quedan en la parte técnica…

— La gente joven se deja impresionar demasiado por la tecnología, porque piensan que dominarla les hace importantes, gente «cool». No soy la persona más adecuada para hablar a estudiantes porque no creo que el cine se pueda aprender en una escuela. Sí pienso que una escuela es un sitio estupendo para ver mucho cine bueno, para que te pasen cosas, para conocer a gente interesante y conversar con ellos, para cometer un montón de fallos que luego harán que lo que hagas en el cine se aproxime mucho más a lo que realmente quieres hacer. Me parece que la gente joven ve las películas pero no mira las películas. Ver una buena película es una experiencia, una suma de cosas, un proceso.

— En esta línea del ver y el mirar, muchos dicen que el buen cine chino es tan universal porque es exigente, porque obliga a mirar… ¿Está de acuerdo?

— China es un país muy grande y tiene un montón de historias y de maneras diferentes de contarlas. Hay un mercado muy amplio en China que da muchas posibilidades y es lógico que películas de directores chinos susciten interés en países occidentales.

Alberto FijoJerónimo José Martín

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