La sorprendente historia de adopción que inspiró “Sonido de esperanza”

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La familia Martin, con Donna y el reverendo en el centro. Possum Trot, 2024. Foto: Angel Studios

Detrás de muchas películas inspiradoras suele haber personajes de carne y hueso, hechos reales. Sucesos sorprendentes que no se le ocurrirían a ningún guionista de no haberlos visto antes en la realidad. Y este es el caso de Sonido de esperanza: la historia de Possum Trot, el nuevo film de Angel Studios. Trae a la gran pantalla el caso de una pequeña comunidad de Texas que hizo lo impensable.

Su nombre es Possum Trot. Está situada a unos 257 kilómetros de Houston, y cuenta con unos 700 habitantes. Es tan pequeña que, a pesar de su identidad social común, no está organizada como una entidad local. En el corazón de este pueblo de casas de madera y caravanas, está la Iglesia Bautista Misionera de Bennett Chapel. Hace 28 años, en 1997, esta fue protagonista de un fenómeno nunca antes visto: unas 22 familias adoptaron a 77 niños. Setenta y siete.

Un caso irreplicable que ha inspirado a Estados Unidos desde hace décadas y que ahora, gracias a esta adaptación al cine, sorprende al resto del mundo. ¿Cómo pasó? ¿Por qué en Possum Trot?

La historia empezó en 1996. Donna Martin, esposa del reverendo y líder de la comunidad W.C Martin, siempre había entendido que su rol era el de “traer esperanza a la comunidad”, según declaró en el libro de memorias de su marido, Small Town, Big Miracle: How Love Came to the Least of These. Pero después de la muerte de su madre, se sintió vacía y desesperada. En un intento de reencontrar el sentido de su vida, tuvo la inspiración de adoptar niños necesitados.

No fue fácil. No sabía nada sobre el sistema de acogida de Estados Unidos. Además, el centro más cercano donde capacitarse para adoptar o acoger niños quedaba a 97 kilómetros. Aún así, fue con su hermana Diann tres horas a la semana durante tres meses para recibir la formación. Aprendieron que, entonces –en 1997– había aproximadamente 21.000 niños en el sistema de acogida de Texas, esperando ser adoptados o al menos recibidos por alguna familia de paso, según la Child Welfare League of America. Un número que ahora, en todo el país norteamericano, sube a 400.000.

Un efecto dominó

La primera en adoptar en el pueblo fue Diann, que en ese momento estaba soltera y vivía en una caravana de dos habitaciones. Recibió a un niño de 4 años, Nino, a pesar de la precariedad de su vivienda. “Susan (la trabajadora social encargada de Possum Trot) vino con amor y preocupación por mí y el niño. Ella supo que podía cuidar de él”, contaba Diann en declaraciones a la CWLA, recordando el momento en que dio la bienvenida a Nino a su hogar. Le siguieron los Martin, que ya tenían dos hijos biológicos, y que acogieron a otros dos. El reverendo dijo, en declaraciones a la revista People, que cuando los llevaron a casa, “lo único que les faltó fue quemarla”. Un tiempo después, recibieron permanentemente a otro par.

La comunidad de Possum Trot decidió que acogería a los niños calificados como “casos imposibles”, por las heridas que habían sufrido en su infancia

El ejemplo de Donna y su marido hizo que otros miembros de la comunidad y de la iglesia se plantearan adoptar. El reverendo Martin enseñaba durante sus servicios el mensaje de que “todos habíamos sido adoptados por Dios”, según narra en su libro de memorias. Pero también resaltaba los retos que suponía acoger a pequeños con pasados difíciles y traumáticos.

Para los Martin era muy importante que quienes se involucraran con la causa no lo hicieran motivados, de forma inmadura, por la ternura de los niños o una especie de mentalidad colectiva. Se querían asegurar de que todos supieran que venían con un pasado complejo.

Así que se organizaron para que las sesiones de capacitación se pudieran impartir desde la Iglesia. 22 familias se apuntaron, y, a lo largo de 10 años, se adoptaron los 77 niños. La comunidad se encargó de que fueran los que el sistema consideraba “casos imposibles”, por el trauma físico y emocional que habían sufrido en el pasado. Según NBC News, dos de ellos habían sido encontrados comiendo de los basureros en Dallas. Uno se atemorizaba con los baños, pues había sido castigado con agua hirviendo. Una niña de cinco años había sido violada por el novio de su mamá.

Escasos recursos, gran generosidad

Acoger a niños que venían de tales condiciones sería difícil para cualquier familia. Pero lo fue especialmente para las que vivían en Possum Trot, que contaban con escasos recursos y ayudas. A pesar de ello, todos, sin excepción, optaron por la adopción permanente. También tuvieron que sobreponerse a las críticas: en su lucha por conseguir fondos, las familias de Possum Trot han sido acusadas, aunque no directamente, de haber creado el movimiento en torno a la adopción solo para recibir las ayudas públicas.

El caso de este pequeño pueblo llamó, muy al comienzo de su historia, la atención de Oprah Winfrey, que elogió la iniciativa en su programa. Esto sirvió como un altavoz para todo lo que estaba sucediendo y animó a mucha gente a ayudar. Una iglesia grande en California hizo donativos para las familias más necesitadas y en 2004, el reality show “Renovate my family” decidió donar y construir un centro educativo y un gimnasio para actividades extracurriculares. Aún así, el pueblo, durante mucho tiempo, no tenía los recursos para mantenerlo.

Las familias de acogida estaban fuertemente unidas por la fe y por los lazos sociales propios de las comunidades rurales, y eso les permitió llevar a cabo su tarea

Con todo esto, casi 30 años después, se puede decir con seguridad que este es un caso de éxito. Los niños, ahora adultos, se han convertido en personas que transforman la sociedad a través de sus trabajos y familias. Diann, que después de Nino adoptó a otros dos niños, ahora es abuela de 12. Todos los hijos adoptivos de los Martin llevan vidas satisfactorias. Terri, la tercera en llegar a su hogar, ahora es mamá de tres y dueña de una casa. Ella, que antes de llegar a la de los Martin pasó por otras 11, y fue abusada por su madre biológica y su padrastro.

El papel de lo rural y de la fe

Kathleen Belanger, profesora en la Stephen F. Austin State University, ha investigado el caso de cerca. Según esta experta en los servicios sociales de las zonas rurales de Estados Unidos, el logro de Possum Trot no es fortuito. Al contrario, se debe a una mezcla de factores que, además de la voluntad de la gente, se encontraban también en esa comunidad no incorporada: la fe y el entorno rural.

La fe jugó un papel importante no solo por ser la motivación primera que llevó a que las familias decidieran adoptar. Tampoco porque les proporcionara mecanismos específicos para afrontar las dificultades que se podían presentar en el día a día, sino sobre todo  porque era lo que unía a todas las familias. La comunidad fue una pieza fundamental para evitar el fracaso. Todos estaban pasando por lo mismo, juntos. Dispuestos siempre a ayudarse entre ellos con lo que fuera necesario.

Y en esto también fue decisivo el componente rural. Los miembros de la comunidad, según explica Belanger, tenían sistemas de relaciones que podían remontarse cientos de años. Estaban además acostumbrados a resolver los problemas sin muchos recursos; al estar no incorporados, sabían cómo enfrentarlos de forma creativa e independiente.

Estos ingredientes, junto a la generosidad particular de cada familia, permitieron convertir un pequeño y desconocido pueblo de Texas en un ejemplo para todo el país. Ahora, gracias a la película Sonido de esperanza: la historia de Possum Trot, para todo el mundo.

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