En el año 2017, dos periodistas del New York Times, Megan Twohey y Jodi Kantor, destaparon el mayor caso de abusos en la historia de la industria del cine. Un caso que impactaba contra Harvey Weinstein, el todopoderoso productor de Hollywood; su compañía podía presumir de la friolera de 80 Oscars. Pero alrededor de su éxito crecían también los rumores sobre la relación abusiva de Weinstein con las mujeres. Unos callaban y otros miraban hacia otro lado, y había quien pensaba que ya se sabe, que la envidia es muy mala. El reportaje del New York Times cambió el cotilleo frívolo en denuncia firme e inició un movimiento –el llamado Me Too– que, aunque con sus sombras y excesos, sirvió para llamar la atención sobre una cultura sexista y abusiva presente en la meca del cine.
María Schrader dirige una película muy valiosa. La cinta es un thriller periodístico clásico bien documentado y que refleja con acierto e interés los retos de la profesión: conseguir la información, investigar los hechos, contrastar las fuentes, recabar testimonios… y lograr que los testigos quieran estampar su firma en el periódico. Hoy, cuando las fake news campan por sus respetos y el periodismo de clickbait manipula y exagera –cuando no inventa–, es muy inspirador que se cuente una historia que defiende el rigor, el trabajo bien hecho y el carácter de servicio de la profesión. Y que además subraya no solo el interés de los periodistas sino las motivaciones más profundas de las víctimas que deciden romper el silencio por ese mismo sentido del deber y servicio a los demás. En ese sentido, el título original –She Said– y el momento en el que una de las victimas decide actuar “porque tengo que hacerlo por mujer y por cristiana”, definen bien una película marcada por un carácter épico bastante acentuado, a pesar de su tono documental.
La película acierta de lleno, además, al mostrar un feminismo que se apoya en la cotidianeidad de las protagonistas, en las que pesa de una manera determinante su condición de mujeres y madres, y en su lucha contra el maltrato de Weinstein, pero sin despreciar el papel de los hombres. Al contrario, la película muestra una sana igualdad en la que los hombres trabajan -dentro y fuera del hogar: de igual a igual, teniendo en cuenta la opinión de las mujeres y tratándolas ni como seres de luz, ni como criaturas que necesitan protección ni, por supuesto, como objetos. Con otras palabras, tratándolas igual que a los hombres y mostrando que es posible esta complementariedad y que la lucha contra el sexismo puede –y debe– ser una batalla de hombres y mujeres. En ese sentido, pienso que el discurso feminista de esta cinta es mucho más profundo y de mayor recorrido que el de otros títulos recientes. Y pienso que no es casual que la película la haya dirigido una mujer.
Finalmente, hay que destacar la contención en una historia que se prestaba al morbo y un reparto coral muy convincente en el que destacan Carey Mullighan, Zoe Kazan y Patricia Clarkson.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta