Entre 1978 y 1991, Jeffrey Dahmer asesinó a 17 jóvenes, casi todos ellos en Milwaukee en casa de su abuela, o en su apartamento, situado en uno de los barrios más pobres y abandonados por la policía, por la abundancia de conflictos raciales.
A pesar de las numerosas denuncias de los vecinos y familiares de las víctimas, este joven universitario aficionado a la taxidermia no hizo sospechar a nadie desde sus comienzos como cazador de adolescentes en discotecas gais. Dahmer apenas acababa de cumplir 18 años.
El relato de la vida del Caníbal o Monstruo de Milwaukee (pseudónimo con el que se le conoce desde su captura) ya había sido tema de numerosos documentales, pero ninguno había llegado a contar su historia con tanto detallismo como esta serie, que ahora mismo es una de las más vistas en Netflix.
El encargado de llevar a la pantalla este retablo de horrores es todo un especialista en la materia: Ryan Murphy. Este prolífico director, guionista y productor, capaz de gestionar entre tres y seis producciones al año, ya había acertado al llevar a la pantalla la vida del asesino de Gianni Versace en la segunda temporada de American Crime Story.
Para interpretar a Jeffrey Dahmer ha contado con Evan Peters, que en 2021 ganó el Emmy por construir un personaje excelente: el detective Colin Zabel en Mare of Easttown. Su interpretación es sensacional, capaz de mostrar el lado más oscuro de un asesino, sin deshumanizar al personaje. También destacan los veteranos actores que interpretan a los padres del asesino: Richard Jenkins y Penelope Ann Miller. Sus apariciones en la serie hacen que la ficción gane dramatismo y complejidad con el paso de los capítulos.
Teniendo en cuenta al protagonista de la serie y el estilo habitualmente exagerado y visceral de Ryan Murphy, esta serie hace una considerable opción por la elipsis y la sensibilidad del espectador. Es verdad que los primeros capítulos son innecesariamente redundantes en escenas de una tensión casi insoportable, pero incluso en esos momentos el cineasta sugiere más que muestra. La minimalista banda sonora de los compositores de vanguardia Warren Ellis y Nick Cave generan una atmósfera muy adecuada para una trama que, conforme avanza, se acerca más a la psicología de una mayor variedad de los personajes. Las víctimas y sus familiares empiezan a tener un desarrollo dramático que humaniza una historia que, sin ellos, podría ser otro recorrido frío y visceral de un tenebroso sociópata.
Igualmente, Ryan Murphy sorprende con un acercamiento más medido y respetuoso a la religión cristiana, con un enfoque distante en que el espectador tiene un amplio margen de libertad para interpretar el intenso conflicto moral de los protagonistas.