Después de un prometedor arranque con El factor Pilgrim, la filmografía del sevillano Santi Amodeo es todo un ejemplo de eclecticismo. En su filmografía hay comedias (Pero quién mato a Bambi), hay dramas (Cabeza de perro) y hay marcianadas (Astronautas). No hay ninguna obra maestra pero sí algún elemento original en todas ellas: a veces es un personaje, una idea o un tratamiento.
Es también el caso de Las gentiles, una película bastante inclasificable que transita entre la dramedia adolescente y la tragedia. La historia es la de dos estudiantes de bachillerato que mientras tratan de dejar la infancia y convertirse en adultas, juguetean con la idea del suicidio.
Amodeo retrata bien la confusión de la adolescencia, los vagos límites entre la amistad y el amor, el amor y el odio, la realidad y la ficción. Unos límites que se oscurecen aún más por el constante uso que las protagonistas hacen de las redes sociales, un territorio donde sus vidas se desdoblan. Y unos límites que desaparecen completamente cuando fallan los referentes adultos.
Lo que cuenta el cineasta sevillano en Las gentiles es muy serio y quizás hubiera merecido una historia más armada y un tratamiento de denuncia más contundente. Cuestión de gustos, porque lo que se cuenta es tan cercano y tan duro que duele sin necesidad de aclaraciones. Y hace pensar. Las interpretaciones de las jóvenes son soberbias.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta