La historia de Ana Frank tiene, por su formato de diario íntimo de adolescente unido a la tragedia del Holocausto, un poderoso imán. Es un relato imbatible para mantener viva la memoria de la tragedia judía en las jóvenes generaciones, y por eso ha sido utilizado con mucha frecuencia como despertador del recuerdo. A día de hoy, hay más de una decena de adaptaciones del libro: largos, cortos, animación, documental e incluso series como la recientemente estrenada en Netflix, Mi mejor amiga, Ana Frank (Ben Sombogaart, 2021); y, presumiblemente, en el futuro veremos más.
El director israelí Ari Folman fue contactado por la Anne Frank Fonds, (ONG fundada por Otto Frank, el padre de Ana) para crear una nueva versión animada del famoso diario. La elección del cineasta para el encargo es más que lógica, no solo por su dominio de la animación y del cine sociopolítico (dirigió el documental de animación nominado al Oscar Waltz with Bashir en 2008), sino porque el propio Folman es hijo de supervivientes del Holocausto. A pesar de todo, según él mismo ha declarado, tuvo bastantes reparos en aceptar el proyecto, por considerar que todos los enfoques artísticos de la historia estaban agotados. Sin embargo, alentado por su propia familia, decidió aceptar la propuesta, tratando de enfocarla desde otra perspectiva: la protagonista de su película no es Ana Frank sino Kitty, la amiga imaginaria a la que Ana se dirige en su diario.
Hacer de Kitty un personaje real y convertirla en la heroína de la película añade originalidad al relato y sirve a Folman, entre otras cosas, para recordar a las jóvenes generaciones el verdadero mensaje de la adolescente judía y hacerles considerar que, en la actualidad, hay situaciones similares a la persecución que experimentaron los Frank. Quizá el mayor problema de la cinta sea que, desde este ángulo, se pierde algo de la viveza narrativa y de la fuerza del texto original, y se desdibuja la historia.
En cuanto a la animación, sin ser sobresaliente, es buena. Los personajes en 2D se contraponen con fondos de stop-motion del Amsterdam actual en una gama monocromática, dejando el colorido más vivo para las escenas que evocan la época de Ana Frank. Detrás del diseño de la animación y de la fotografía están Andy Gent y Tristan Oliver, colaboradores habituales de Wes Anderson en películas como Fantástico Sr. Fox o Isla de perros.
La cinta tuvo muy buena acogida en la pasada edición del festival de Cannes, donde se estrenó.