Una mujer abre su primera cuenta corriente en un banco de Satavasa, en Uttar Pradesh (CC: UN Women Asia and the Pacific)
La India es un país de enormes contrastes: la misma nación que, por una parte, es capaz de poner satélites en órbita y de desarrollar todo un arsenal nuclear, por otra es superada por Estados como Gabón, Botswana o Bolivia en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. Por ello, desde que asumió el poder en 2014, el primer ministro Narendra Modi ha tratado de eliminar paradojas de este tipo y darle un impulso de modernidad al país.
Lo ha hecho con varios programas. Uno de ellos es el Swachh Bharat (India Limpia), implementado tempranamente (2014), mediante el que se han destinado recursos a la construcción de instalaciones sanitarias y se ha trabajado para concienciar a la población de la necesidad de mantener limpias las calles y el medio rural. Otro es la campaña para que todos los mayores de edad tengan cuenta bancaria.
El Swachh Bharat persigue que la gente no tire más la basura dondequiera, bien en la vía pública, bien en los ríos, pero sobre todo, que modifique los hábitos y se acostumbre a usar el servicio sanitario. Para ello había que construir retretes suficientes en un territorio donde, en ese momento, el 32% de la población defecaba en cualquier sitio fuera de su casa. Y claro, había que favorecer un cambio de conducta, toda vez que la creencia general era que hacerlo a cielo abierto era “una actividad recomendable, asociada con la salud, la fuerza y el vigor masculino”. No se concebía, además, tener un váter bajo el mismo techo en que se cocina y se duerme: lo consideraban “antihigiénico”.
Pero el gobierno se propuso declarar al país “libre de defecación al descampado” para 2019, año del sesquicentenario del nacimiento de Mahatma Gandhi”. Para ello desplegaron campañas publicitarias y educativas, y llegaron a construir 100 millones de servicios sanitarios. Gracias a ello, llegada la fecha, varios territorios pudieron hacer la ansiada declaración, aunque aún falta: del 32% de la población que en 2014 salía hacia el bosque o hacia la calle ante un apuro, se pasó al 15% en 2020.
Las mujeres, más seguras
Entre las principales beneficiarias de la campaña pro-higiene están las mujeres. El primer ministro Modi lamentó en su momento la triste realidad de que “nuestras madres y hermanas tengan que evacuar a la vista pública”, o que tuvieran que esperar a la noche para poder hacerlo en un lugar apartado, o que muchas niñas y adolescentes se privaran de ir a la escuela por la inexistencia de un baño para ellas.
Seis años después de implementado el programa, un informe de la Fundación Gates –“Acceso al baño: seguridad, comodidad y autorrespeto para las mujeres en la India rural”– evaluó positivamente el impacto logrado en ese sector poblacional. Se entrevistó a casi 7.000 mujeres en cinco estados indios para que comunicaran por qué habían aceptado que se les construyera un retrete en casa, y el 80% de ellas manifestó razones de seguridad.
El programa descansa sobre los hombros de trabajadores de saneamiento mal pagados y sin seguridad, una situación que debe cambiarse para garantizar su sostenibilidad
Sobre la antigua costumbre de salir a la intemperie, “las mujeres jóvenes informaron sentirse vulnerables a los ataques de los animales, en particular a las mordeduras de serpientes, o a las agresiones de las personas. Algunas dijeron que los hombres a veces abusaban de ellas verbalmente, aunque siempre existía el riesgo de que se convirtiera en una agresión física o sexual. Pero después de construirles un inodoro, el 93% de las encuestadas expresaron no tener ya miedo de que alguien las lastimara o de que los animales las atacaran” en ese trance.
Para que sigan consolidándose estos y otros buenos datos de la campaña, hay que prestar atención, no obstante, a todos los eslabones de la cadena, entre ellos, a las personas que se encargan de vaciar y limpiar los depósitos. Una crítica que aparece en varios medios de comunicación es la poca protección con que cuentan.
“Debemos respetar a nuestros trabajadores de saneamiento, que se deshacen de la suciedad que creamos –advierte Tapashi Gupta en Medium. Los jornaleros (…) ingresan a los desagües sin ropa protectora, ni guantes, ni mascarillas, para limpiarlos. Por su esfuerzo, obtienen 400 o 500 rupias (seis euros) por día, y muchas infecciones de la piel como complemento. ¿Cómo podemos decir que habrá una diferencia, a menos que mejore la situación de estos asalariados? Swachh Bharat tiene que poner énfasis en brindar medios de vida dignos a todos estos trabajadores y a los recicladores informales, lo cual está directamente en línea con la visión del Mahatma de garantizar la igualdad y la inclusión para todos los sectores de la sociedad”.
Tiempo de inclusión financiera
Pero Modi no solo ha puesto su ilusión modernizadora en construir retretes, sino también en los bancos. Más exactamente, en que todos los adultos cuenten con cuentas bancarias y con tarjetas para operarlas ellos mismos.
La situación en 2014, año en que se lanzó el programa PM Jan Dhan Yojana (Plan Popular de Riqueza del Primer Ministro), era bastante pre-tecnológica: casi el 40% de los indios no accedían directamente a los servicios financieros, y si el gobierno u otra entidad les hacía algún pago por esa vía, el cash que les llegaba lo hacía tras desangrarse por el camino en manos de intermediarios.
Para acabar con esta situación, la idea ha sido garantizar que haya al menos una cuenta bancaria en cada hogar. Los beneficiarios reciben una tarjeta de débito RuPay, que viene con un seguro de accidentes por 200.000 rupias (2.400 euros) y un servicio de sobregiro de hasta 5.000 rupias (60 euros). Poseer una cuenta implica, además, la posibilidad de acceder a créditos y poder recibir directamente los pagos de las ayudas sociales, esquivando la voracidad de terceros.
Al parecer, la iniciativa ha arraigado. El economista Sanju Verma, alto cargo del Bharatiya Janata Party (el partido gobernante) refiere en el sitio local News 18 que los depósitos en las cuentas del PMJDY han crecido de 147 millones de rupias en marzo de 2015 a 443 millones en 2022. Más del 55% de los titulares son mujeres, y más del 67% de las cuentas se encuentran en áreas rurales, algo que –asegura Verma con el mayor entusiasmo– “demuestra el compromiso inquebrantable del primer ministro Modi de llegar hasta la última milla”.
Poseer una cuenta bancaria implica la posibilidad de acceder directamente a créditos y esquivar la práctica usurera de los intermediarios
El propio Modi, en un discurso reciente, tiraba de cifras y decía que ya casi todos los pueblos del país tienen una oficina bancaria a menos de cinco kilómetros, entre otras facilidades. “Hoy –decía–, el ciudadano común de la India puede realizar digitalmente, en cualquier momento y lugar, incluso las transacciones más pequeñas”. Citó además los beneficios de la inclusión financiera para vendedores ambulantes, agricultores, ganaderos, pescadores… “Los préstamos bancarios fáciles y más baratos, por valor de miles de millones de rupias de los bancos, están facilitándoles la vida a estos amigos”, aseguró.
La identidad, un problema
El mecanismo, sin embargo, necesita engrasarse para que funcione a pleno rendimiento. A día de hoy, todavía el 20% de los adultos en la India no se ha pasado por un banco siquiera a dar los buenos días, y es que entre los requisitos para abrirse una cuenta, está la necesidad de mostrar algún documento de identificación, y habría decenas de millones de personas –entre ellas, muchísimas sin techo– que no lo tendrían.
El sitio Money Mint lo aclara más: en realidad, abrirse una cuenta es posible aportando una foto y una huella digital, pero esta variante funcionaría de modo limitado. A sus titulares no se les daría, por ejemplo, un talonario de cheques, y no podrían tener más de 100.000 rupias (1.200 euros) en cuenta, ni extraer más de 120 euros al mes. Y tiene fecha de caducidad: al año, la cuenta se cierra si el titular no aporta un documento en toda regla.
Por otra parte, según datos del Ministerio de Finanzas, recogidos por The Hindu Business Line, de los 440 millones de cuentas existentes en diciembre de 2021, unas 58,2 millones estaban inoperativas (dos años sin usarse). El poco movimiento lo mencionaba también Sujeet Kumar en The Wire, en febrero pasado: en el 84% de las cuentas se había efectuado únicamente una transacción en los dos años previos. Respecto a las facilidades que otorgaría la bancarización para los autónomos, solo el 40% de los pequeños agricultores las había tenido para hacerse con los créditos mencionados por Modi. Los demás, se estaban abanicando con las tarjetas.
Porque, en lo de los megaplanes –y en la India todo tiene que ser “mega”, forzosamente– la buena voluntad no basta. “Abrirse una cuenta bancaria –concluye Kumar– es un mero símbolo de inclusión financiera, a menos que, desde las instituciones crediticias, garanticemos transacciones periódicas y créditos a los individuos bancarizados. De lo contrario, ninguna de las buenas razones para celebrar la revolución de la inclusión financiera cobra ningún sentido para millones” de personas.