El viaje al infierno, conocido como catábasis, es uno de los lugares comunes más emblemáticos tanto en la religión como en la literatura, y está presente en las culturas de todos los tiempos, desde el Gilgamesh hasta las novelas y el cine de nuestros días. Faltaba una visión de conjunto sobre la cuestión, y es esto lo que ofrece el ensayo de Herrero de Jáuregui, catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense.
El trabajo se centra así en las fuentes literarias, no en las creencias ni en los rituales. En el mundo clásico, el Allende (Hades, Tártaro, Averno) está separado por una frontera acuosa –como el río Aqueronte o la laguna Estigia–, y seres terribles, como Cerbero, el perro de tres cabezas, o el barquero Caronte, impiden la entrada de los vivos y la salida de los muertos. En general, allí hay diferentes estancias para premios o castigos, aunque los poetas suelen detenerse más en describir a los atormentados. El viaje de un vivo al mundo de los muertos, en principio, es imposible: de ahí que resulte una experiencia profundamente transformativa para el que consiga realizarlo.
Herrero parte de Homero y examina, además, el contenido de las laminillas órficas, en las que es uno de los máximos expertos. Se trata de unas láminas de oro halladas en tumbas de los ss. V-III a. C., con instrucciones al difunto para mejorar su condición en el más allá. También analiza con detenimiento los mitos catábicos de Platón, como el de la caverna.
En el mundo romano se hallan grandes desarrollos poéticos de este tópico, como el descenso de Orfeo en busca de Eurídice en las Geórgicas de Virgilio y en las Metamorfosis de Ovidio, y el descenso de Eneas en el libro VI de la Eneida, la gran catábasis del mundo antiguo, donde, entre otros aspectos, queda patente cómo la escatología puede utilizarse con fines políticos, en este caso, en favor del emperador Augusto. Dante escogerá precisamente a Virgilio para guiarle en su viaje.
Por último, el autor estudia las relaciones del Hades del mundo clásico con el cristianismo, si bien deja claro que de las semejanzas o diferencias de los textos “no cabe colegir un juicio ontológico sobre la verdad metafísica que pueda subyacer”. La novedad más específica de la escatología cristiana es la anástasis –resurrección– de Jesucristo, que supone su victoria sobre la muerte. La incorporación al Credo del descenso de Cristo a los infiernos muestra la firme convicción de esta acción como un triunfo sobre la muerte y la redención de las almas allí aprisionadas.
Herrero aborda los temas de manera sistemática y rigurosa, siempre pegado a los textos y a la terminología, y ha conseguido así un libro relevante no solo para los estudios de literatura, sino también para los de filosofía y religión en la Antigüedad.