“Esta es mi historia tal y como la recuerdo”. Así abre su segundo largometraje Maria Sødahl, realizadora noruega de 55 años formada en Dinamarca, casada con el popular y prolífico director Hans Petter Moland, con quien tiene tres hijos. Hace 10 años, Sødahl sufrió un cáncer.
Con unas interpretaciones excelentes, la película nos presenta a Anja (43 años) y Tomas (59) ante la noticia de que a la mujer le quedan tres meses de vida por una metástasis de un cáncer previo. Se ponen a prueba los lazos de una pareja de hecho que convive con hijos comunes y otros hijos de uniones precedentes.
Sødahl cuenta su historia con una sinceridad que conmueve. No hay cinismo ni pedantería dramática en un relato muy bien fotografiado, con ese arriesgado montaje –tan propio del reciente cine nórdico– que usa el jump cut para evitar las transiciones y hacer progresar un relato cronológico que avanza con ritmos distintos. La realizadora cuenta lo que ocurre en once días desde que la mujer se entrevista con su médico, poco antes de la Navidad y del cumpleaños de la protagonista (y de la directora), que es el 31 de diciembre.
Con naturalidad y talento, Sødahl lleva la historia por el camino de una mujer que se pregunta por lo que hay que hacer en el tiempo que resta y sobre cómo hacerlo. El amor, el matrimonio, la familia, el modo de afrontar la verdad de la vida vivida y de la vida que seguirá cuando uno falte, se convierten en la sustancia de una película poderosa que retrata bien la manera de vivir y pensar de unos noruegos maduros que trabajan en el ámbito cultural y artístico. Hope ha sido seleccionada por Noruega para aspirar al Oscar a la película en lengua no inglesa.
