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El Efecto Matrimonio

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALThe Rosie Effect

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2015)

Nº PÁGINAS384 págs.

PRECIO PAPEL18 €

PRECIO DIGITAL9,99 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 47/15

Tras el éxito de El Proyecto Esposa, traducida a más de 30 idiomas y de la que se han vendido más de un millón de ejemplares, vuelve el autor australiano a convertir a Don Tillman en el protagonista de su continuación, El Efecto Matrimonio.

Como en la novela anterior, los mayores aciertos de la segunda son el carácter y las reacciones de Don, una persona que tiene algunos rasgos del síndrome de Asperger. Don es métodico hasta la extenuación: vive dominado por un impulso de organizar todo desde un punto de vista científico, amante del orden y de la comprobación empírica de todas las situaciones, también de los sentimientos. Como escribe de sí mismo: “Soy muy consciente de que no todos entienden lo mucho que valoro la planificación y lo poco que permito que nuestras vidas sigan un rumbo impredecible basado en acontecimientos aleatorios”. Don es consciente de que por culpa de estas obsesiones, tiene pocas habilidades para la interacción social.

El autor aprovecha literariamente al máximo estos rasgos del carácter de Don. En El proyecto Esposa su argumento se centraba en el proceso racional y técnico para conseguir casarse. Ahora, el hilo conductor es la noticia de que Rosie, su mujer, se encuentra embarazada. A partir de ese momento, Don aplica sus impresionantes conocimientos técnicos al desarrollo del embarazo y cómo puede afectar este estado a su mujer. Don controla los planes, las actividades, la vida social, los ritmos de trabajo y, sobre todo, la alimentación de Rosie. A la vez, se prepara científicamente para ser padre, lo que provoca constantes situaciones cómicas que el autor utiliza para complicar el argumento con escenas imprevisibles que ponen en peligro la relación entre Don y Rosie.

A su alrededor, vuelven a aparecer los amigos de la primera novela, todos ellos profesionales ya maduros y consagrados y miembros de la comunidad universitaria, como Don y Rosie. Todos ellos están habituados a la manera de procesar la información vital de Don y con sus aportaciones contribuyen a complicar todavía más las cosas.

Al tratarse de una continuación que utiliza los mismos mecanismos y las mismas reacciones, todo es, en esta ocasión, más predecible. Aunque la finalidad es cómica y el humor es limpio, aparecen algunos detalles un poco gruesos y también algunas referencias a situaciones morales muy contemporáneas en las que el autor opta por la visión políticamente correcta.

Don sigue siendo, como en la primera novela, un personaje hilarante y entrañable. A pesar de su inexperiencia vital, sus lógicas reflexiones sobre la paternidad y su científico deseo de hacer las cosas bien provocan constantes momentos ridículos y humorísticos en los que se destacan algunos valores humanos como la amistad y la comprensión. Es cierto que la novela no tiene la misma novedad que la primera, pero se lee muy bien y aumenta el cariño por Don Tillman, profesor de universidad especializado en Genética, radical enemigo de las incertidumbres.

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